PUENTE PUKAYAKU

Cruza el río Yanamayo y es parte del camino inka.

LAGUNA DE PEROLKOCHA

Difícil de llegar pero vale la pena.

PIRUSHTU DE KONDOR

Centinela de San Luis, sobre Roqruwarka

FLOR DE SHAQAPA

Orquidea andina, que crece sobre los 4000 m.s.n.m.

MONOLITO CON LA FIGURA DE JAGUAR

Encontrado en centro poblado de canchabamba.

sábado, 25 de marzo de 2017





A PROPÓSITO DE HUAYCOS, CORRUPCIÓN Y CLASE POLÍTICA.

Las declaraciones del presidente ecuatoriano Rafael Correa, sobre las políticas y cultura de prevención nos hacer recordar que tenemos una de las peores clases políticas de América Latina. Corrupta, cortoplacista, parasitaria y antipatriótica. Los recientes acontecimientos y nuestra historia republicana nos recuerdan que este sufrido país, ha sido siempre presa de la corrupción, la voracidad de la clase política y de la ferocidad de los fenómenos naturales. Una ha contribuido decididamente para que los efectos de la otra sean realmente catastróficas. Pero como siempre los que padecen esta falta de visión, de la carencia de honestidad, son siempre los más necesitados, los excluidos, pero que aun sin querer, siguen empujando los vagones a falta de una locomotora que arrastre el país hacia el progreso.

Estas desventuras, una humana y otra natural, acompañan a los peruanos de manera recurrente. La corrupción no ha dejado de azotar el país desde los tiempos aurorales de la república (1) y los desastres naturales son parte de esta escabrosa geografía, que nos castiga desde tiempos inmemoriales.  Pero este país, nuestro amado Perú, es realmente un territorio malévolo y hostil o es por el contrario un espacio benéfico y acogedor?

Los más optimistas señalan que el Perú es un país maravilloso, con una historia milenaria e ingentes recursos naturales. Posee regionales longitudinales y altitudinales que muy pocas naciones ostentan. Tiene casi todos los climas del mundo, en donde se puede cultivar diversos productos y sin excepción.  A esto se agrega sus diversas virtudes como su gastronomía, sus hermosos paisajes, su música, su variedad idiomática, su acendrada fe, el emprendimiento y habilidad de su gente, etc. Señalaba un viajero italiano en el siglo XIX, con cierta exageración, que el Perú era un mendigo sentado en un banco de oro.

Mientras los pesimistas afirman que el Perú no es una perfección como se cree. Nuestra angosta costa es regada solo por medio centenar de ríos, poco caudalosos, que bajan de las serranías pero no satisfacen las demandas hídricas del desierto costeño y su mayoritaria población nacional. Los andes serranos, pese a que en sus entrañas albergan grandes recursos mineros y  han solventado tantas veces fallidos crecimientos económicos, por un lado,  han servido de barrera separando la costa de la selva, dificultando la consolidación del estado,  y por otro lado, su explotación ha causado inmensa contaminación, cuyos daños son  irreparables como en la sierra central por ejemplo. Mientras en nuestra selva, la mayor parte de este territorio es inundable. Hasta hoy se solo se aprovecha de manera ineficiente e irracional los recursos forestales que alberga. Lastimosamente los ríos más grandes discurren hacia la amazonia, espacio en donde no hace falta tanta agua, por eso con pesimismo afirman: Dios hizo al mundo, pero deshizo al Perú. (2)

Si buscamos el justo medio y nos comparamos con otros países, como en todo paralelo encontraremos virtudes y defectos, ventajas y desventajas, debilidades y fortalezas, amenazas y oportunidades.  En realidad, el Perú como cualquier país o espacio geográfico está expuesto a distintos fenómenos de carácter telúrico, sin embargo podemos afirmar con cierta seguridad que se encuentra con mayores ventajas y ciertos privilegios, incluso que aquellos países que se encuentran con mejores índices de desarrollo. Dicen los entendidos que el territorio en sí, no es determinante, ni sus recursos, ni su ubicación y sus gentes.  La diferencia la hacen en gran medida sus líderes, sus dirigentes, sus políticos, su clase política (3).  Un país avanza hacia el desarrollo en la medida que sus gobernantes tengan visión, tomen las decisiones más adecuadas para el despegue, se despercudan de prejuicios para unir férreamente a sus habitantes y antepongan los intereses nacionales a sus apetitos personales o de grupo. Chile, nuestro vecino del sur, constituye un buen referente a tener en cuenta.    
En nuestro país la clase política ha sido y sigue siendo incapaz, mediocre y corrupta. Nunca tuvieron un verdadero compromiso y amor para hacer de este territorio un gran estado como lo fue en el pasado. Hoy nos lamentamos de errores que consuetudinariamente hemos cometido y seguimos perpetrando. Los   errores y miserias de los gobernantes y las arremetidas de la naturaleza no nos han servido de lección ni escarmiento. Solo en estos suelos se puede observar con asombro, que un puente centenario puede resistir mejor el embate de la naturaleza, que un puente construido con la más alta tecnología.
   
La tragedia de este verano en las principales ciudades de la costa peruana obedece a un conjunto de factores que la clase política no fue capaz de resolver. No existen mayores culpables que aquellos que gobernaron sin la menor previsión durante el último siglo, como también son responsables los sucesores que no fueron capaces de reorientar, enderezar las decisiones insensatas y tomar decisiones de acuerdo a las demandas demográficas. Lima en la actualidad es un monstruo ingobernable.  La sobrepoblación, la carencia del agua, la inseguridad, la contaminación, la congestión vehicular, son problemas que están ahogando a esta inviable ciudad. Claro, y los responsables bien tranquilos, casi cómodos, porque las secuelas de los desastres no les afectan.

En esta línea de reflexión, las migraciones que se dispararon a partir de la segunda mitad del siglo pasado, produjeron verdaderos invasiones humanas hacia las ciudades costeñas. La búsqueda de oportunidades y la mejora de las condiciones de vida, obligaron a abandonar los lugares de origen a humildes campesinos y compatriotas sumidos en la pobreza y el analfabetismo.  Como en la actualidad,  los elevados precios de  terrenos  y viviendas y la carencia de una política de desarrollo urbano, obligaron a los provincianos a instalarse precariamente en desiertos, arenales, cauces de ríos, acantilados y escarpadas colinas, que luego los mismos políticos legitimaron y legalizaron con sendos documentos,  ratificando  su conformidad.

Hoy nos lamentamos de las consecuencias de la falta de previsión, pero aún faltan por llegar otros mayores desastres. Los numerosos edificios, levantados en el boom de la construcción, que hoy lucen y han invadido la ciudad, ojalá no colapsen por su gran dimensión, por carecer de estándares mínimos y haber sido construidos en terrenos inapropiados. Pero otra vez, en presencia, complacencia y autorización de aquellas autoridades que luego van a acudir con sus rostros compungidos pero cínicos, a socorrer a aquellos ciudadanos que con su irresponsabilidad van a terminar de convertirlos en víctimas.  

(    

                                                     
(    1)     Ver Historia de la Corrupción en el Perú. Alfonso Quiroz. 2013
     2)      Ver Geografía Económica del Perú. Emilio Romero. 1960

(    3)      Ver “Por qué fracasan los países. Los orígenes de la prosperidad y la pobreza”   D. Acemoglu y J.       Robinson. 2014.