LAS FALLAS GEOLÓGICAS: INEPTITUD Y DESIDIA
Este artículo fue escrito en el año de 2019, siendo publicado en el bloq (Pirushtu el Mirador: Luis Fredy Villavicencio Fitzcarral) en abril del mismo año. Hoy, a inicios del mes de mayo del 2025, me veo obligado a reescribir, dejando en general la información anterior intacta. Como sabemos todos, la localidad nuevamente es azotada por los terribles agrietamientos que están causando inseguridad y zozobra en la población.
Este fenómeno no es nuevo. Hemos podido reseñar en el último medio siglo las veces que azotó a este pueblo. Se presenta entre 07 y 12 años aproximadamente de manera cíclica, podemos recordar los cinco últimos agrietamientos sucedidos en los años de 1982, 1994, 2002, 2009 y 2019. Uno de los más agudos se produjo en el año 1994, en esta fecha fuimos testigos del colapso de un excelente edificio en el vivero, que albergaba las aulas del Colegio Don Bosco. En las otras fechas también presenciamos de cómo fueron derruyéndose magníficas construcciones de material noble y aún con mayor facilidad las construcciones de material rústico. En realidad, las fallas se han agudizado con el correr del tiempo, cada vez su efecto es mayor y permanente. Por ejemplo, desde el año 2019, no ha dejado de agrietarse la localidad, muy despacio, leve, pero sin descanso. Y hoy a inicios del mes de mayo se presenta de nuevo, con mayor fuerza, atacando áreas que nunca fueron tocadas, parece ser, que esta vez nos va a afectar a todos, con diferente magnitud.
Algunos paisanos tratan de explicar el problema a partir de percepciones y experiencias propias, aun ayudándose de topónimos quechuas del lugar. Por ejemplo, existe un paraje que se encuentra al oeste del pueblo llamado Machaq Wahi, que significa literalmente casa borracha, connotativamente se puede entender como “ vivienda que se desmorona, que no se mantiene de pie o se desploma”. Mientras al este, al inicio de la ciudad, hay otro terreno de nombre Lloqlla, que significa deslizamiento o derrumbe. Estas versiones curiosamente coinciden con dos de las tres grandes fallas que atraviesa la población, haciéndonos pensar de la existencia remota de los agrietamientos. Lógicamente es una explicación mítica, no tiene un valor para tomar en cuenta.
Lo cierto, real y concreto es que tres grandes reptaciones cruzan nuestro poblado. Curiosamente al inicio de cada lado y por la mitad, por la plaza de armas. El primero baja por Qerushuy, atraviesa el vivero, Machaq Wahi, recorre Tumpá y se dirige hacia Olivo. el segundo desciende de Carmen Alto, traspasa casi diagonalmente la Plaza de Armas, luego va adyacente al campo deportivo y se dirige a Colpa (lado oeste). El tercero baja por Gallo Hirka hacia la propiedad de la familia Gambini Pasco, cruza la Institución Educativa Fitzcarrald, luego atraviesa el barrio San Juan, posteriormente surca por el Cementerio y termina en Colpa (lado este). En la actualidad esta ha ampliado su radio hacia el barrio Nueva Florida (Chapac-Wallwa) afectando seriamente la Institución Educativa Daniel Badiali. Hoy, cada reptación ha ampliado su radio de acción, perjudicando a los paisanos, a las familias que habitan en estas áreas, ocasionando pena y sufrimiento, puesto que construir una vivienda significa toda una vida.
Los que hemos seguido de cerca la presencia de este fenómeno telúrico podemos afirmar con certeza, dos ideas. Primero, que la causa principal es el exceso de lluvias. Tenemos registrado, por ejemplo, que las rajaduras del mes de mayo del 2009, fue secuela de la presencia desproporcionada de lluvias (desde setiembre del 2008 hasta abril del 2009). Lo mismo pasó en el año 2019. Hoy la situación es igual, ha llovido intensamente en los últimos meses y ya se presentaron las rajaduras desde los inicios de este mes. Segundo, los agrietamientos en coherencia con la apreciación anterior, se inician entre los meses de abril y mayo, para luego prolongarse hasta los meses de agosto, setiembre u octubre, en que el suelo de nuevo se estabiliza.
Hasta algunas décadas, las autoridades y los pobladores, pese a no poseer estudios especializados, sin tener ingenieros en el gobierno local, desarrollaban tareas de drenaje, a través de las faenas comunales, al inicio y finalización de las lluvias. Cientos de pobladores se desplazaban hasta las faldas del cerro Potosí, para recoger y desviar las aguas de las partes altas y derivarlas a ambos lados de la población (Hacia Pasaq y Sacsacocha). En la actualidad se ha olvidado esta sabia costumbre, las veces que han hecho este trabajo, parecen jornadas de paseo y esparcimiento, o un mero cumplimiento de una actividad tradicional, carece de seriedad y continuidad.
Frente a esta situación recurrente, en el año 2011 a solicitud del gobierno local, el Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico realiza un estudio en la población, luego emite un amplio informe al año siguiente. Precisa que “…. La causa principal de la desestabilización de la ladera es el agua, producto de las precipitaciones pluviales, manantiales de agua subterránea, así como por la rotura de tuberías de agua y desagüe de la ciudad de san Luis. Cabe mencionar el Aporte de agua a la ladera proviene de las galerías mineras del cerro Potosí, de donde surgen aguas acidas, que, al no ser canalizadas y evacuadas correctamente, incrementan la inestabilidad de la ladera.,,,”
Luego hace algunas recomendaciones “…. Realizar las obras de drenaje necesarias para estabilizar el fenómeno, para lo cual se debe contar con un estudio geológico geotécnico e ingeniería de detalle, que contemple el diseño de drenajes propuestos como las medidas de estabilización más apropiadas y se incluirá el ordenamiento territorial del área de San Luis, igualmente el control del sistema del control de la mina y como una medida complementaria la forestación del área de desplazamiento, mediante la plantación de eucaliptos,,,” al respecto pudimos escuchar la versión de un ex alcalde provincial y ciudadano notable, quien manifiesta que se había elaborado en ese periodo, un expediente para la construcción de los drenajes, pero por problemas de voluntad y decisión política nunca se ejecutó.
Hasta la década del 80 del siglo pasado, se fue cumpliendo con el drenaje empírico por parte de los pobladores, también como se puede apreciar todavía, se introdujo la plantación de eucaliptos en la zona del desastre, pero no ha sido una política sostenida del gobierno local. Incluso recordamos que un alcalde intentó construir un drenaje entre Saqsacocha, Buena Vista y Yawar Cocha, en la década del noventa, obra que no se construyó seriamente y finalmente fue abandonada. Las últimas autoridades locales no tomaron con la seriedad debida el fenómeno, seguramente porque no conocían el problema y la realidad del pueblo, puesto que los recientes alcaldes no han nacido o crecido en esta localidad.
En la actualidad el problema se ha agudizado. Solo es cuestión de tiempo que la totalidad de la infraestructura establecida sea afectada en diferente dimensión. Se puede asegurar que zonas sin afectación hoy ya observan serios agrietamientos en las calles, domicilios e Instituciones Públicas, como es el caso del Colegio Fitzcarrald.
Este evento por su gravedad e incidencia, nos obliga a analizar, reflexionar y tomar las decisiones más adecuadas en relación al fenómeno y el desarrollo del casco urbano de la localidad. Es menester que existan política definidas del gobierno local en cuanto a infraestructura pública, mejoramiento del ornato y construcción de viviendas privadas, no podemos darnos el lujo de malgastar grandes sumas de dinero en obras que no van a durar, como tampoco se puede permitir que modestos ciudadanos inviertan sus capitales en edificaciones que les va a servir y durar muy poco. El gobierno local está obligado a determinar las zonas de alto, mediano o bajo riesgo, asesorar el tipo de material que se va a usar, o en el peor de los casos decidir, con la opinión de expertos, si nuestra localidad se encuentra en condiciones de seguir siendo habitada.
Sin embargo, es difícil
imaginar que San Luis, este pueblo que amamos tanto, pueda ser destruido por la
fuerza de la naturaleza, el descuido, la negligencia y la ineptitud de las
autoridades. Pero la gravedad y frecuencia nos causa una enorme preocupación.
Conservamos la esperanza y la fe, que nuestros hijos y los hijos de nuestros
hijos puedan disfrutar, al igual que nosotros, de la amabilidad de sus gentes, la
tibieza de su clima, su hermoso contorno, el color de su cielo azul, el aroma
de su tierra y la presencia inmemorial de nuestro apu centinela, el cerro
Potosí.
CASA PARROQUIAL - 2009
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