DON RAMON CASTILLA, EN SAN
LUIS (1)
El Mariscal Ramón Castilla
visitó nuestro distrito por el año 1862, al finalizar su segundo
gobierno. El recordado patriota no
arribó a estas zonas dirigiendo un ejército, o para defender la patria ante el
invasor o rebelándose contra algún tirano. Esta vez fue empujado por otra
fuerza inmensa como todas las anteriores, venía el veterano soldado comandado
por el amor, detrás de una bella llumpina, cuya gracia era Margarita Mariluz (2). Esta mujer turbó y convulsionó el espíritu del hombre y del soldado aparentemente frío y calculador.
La vivienda de la añorada
dama, se hallaba en el pueblo de Llumpa, hoy distrito de la provincia de
Mariscal Luzuriaga, en el flanco oriental de la cordillera de los andes. Muy lejos, distante a cientos de kilómetros de la capital. Esta
aventura causada por el noble sentimiento del amor, sólo podía ser protagonizada por un personaje
como el Mariscal Ramón Castilla.
Sin lugar a dudas el viaje
del Mariscal fue extenso y difícil, sobre todo si se tiene en cuenta que tenía
más de sesenta años. El primer tramo
viajó por mar desde Lima hasta el Puerto de Casma, luego recorrió por tierra hasta
la ciudad de Huaraz. Posteriormente, más agreste y solitaria fue la travesía de
la Quebrada Honda, lugar de estrechos senderos, profundos precipicios, punas
desoladas y temperaturas gélidas. En ese peregrinaje, nuestro protagonista
pernoctó en una frígida cueva, hoy llamada Cueva de Castilla, lugar que
constituye el símbolo del sufrimiento de arrieros y caminantes, obligados a
viajar por diferentes urgencias y necesidades.
Cuentan que al arribar, se
estableció en la pequeña comarca llamada Llacma. Un paraje solitario pero de
buen clima, de abundantes alimentos y frutas, además el paraje se hallaba
aledaño a la vivienda de su dulcinea. La presencia del desconocido llamó la
atención de los lugareños, quienes lo visitaban indistintamente desde modestos
campesinos hasta algunos hacendados de comarcas cercanas, con los que hizo una
pasajera amistad. Cuentan que recibía invitados, con ellos dialogaba largas
horas, hacían juegos de azar e incluso cazaban venados en las riberas del río
Ashnukancha.
Posteriormente el militar se
entera de la existencia unas minas abandonadas en el distrito de San Luis, las
mismas que habían sido explotadas por los españoles y portugueses durante la
colonia. El llamativo nombre de Potosí,
hizo creer al militar, el potencial del mineral que guardaba el cerro en sus
entrañas. Después de visitar el distrito
se anima y decide explotar las minas referidas, realizando algunas
inversiones. Efectivamente repara los
túneles, los sistemas de drenaje, los caminos de acceso e incluso cuentan que
dirige la construcción de un molino para la trituración de minerales a las
orillas del río Chakapata.
Naturalmente, para
materializar las mejoras, necesitó de algunas materias primas, como tierras
para la construcción de paredes de la vivienda, maderas para vigas y apuntalar
los socavones, las que obtuvo de las riberas del mencionado río. La noticia del
extraño personaje y el uso de los bienes de la localidad, llegó a los oídos del
gobernador don Pedro Vaez Arellán, el paisano era un celoso defensor de la
justicia y de los recursos comunales. Sin dudar dos veces, mandó una citación
de comparecencia al desconocido, por los agravios que había ocasionado a la
localidad.
La seriedad de la tercera
citación obligó al ilustre visitante a concurrir al despacho de la autoridad
local. Para esta fecha se acicaló debidamente, vistiendo el uniforme de gala que
impresionó a los sencillos habitantes del lugar. Enterado de la investidura del denunciado, el
modesto gobernador optó por esconderse y no aparecer ante el militar, mientras éste
entraba a la desolada dependencia, para pronunciar con solemnidad: “Las
tierras, maderas y otros recursos que se hallan en las riberas de los ríos, son
propiedad del estado”. Luego abandonó el despacho de la autoridad y se marchó
dejando atónita a la multitud, que se
había congregado ante la presencia del desconocido (4).
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(1) La historia que presento hoy, seguramente contiene algunas fantasías, la escribo como me contaron. Sin embargo la
presencia del mariscal en esta zona es muy razonable, según diversas versiones.
El Libertador Castilla, parece que estuvo en nuestras tierras entre noviembre y
diciembre de 1862. El historiador Basadre en su monumental obra “Historia de la
República del Perú” señala que “…. después
de entregar el mandato viaja al Puerto de Casma, para luego dirigirse a Huari…..”
pero no precisa la finalidad del viaje.
(2) Otros autores señalan
que el nombre de la damisela era Tomasa Barrón. Además otras versiones señalan
que la joven había laborado en el Palacio de Gobierno, al servicio del
mariscal. En este lugar parece que se inicia el “affaire” sentimental.
(3) La fotografía que
adjunto es del lugar llamado Ingenio, el
molino de Ramón Castilla, a orillas de rio Chakapata, es probable que sea mucho más antiguo y no lo haya construido el
visitante aludido, por su breve presencia en esta jurisdicción.
(4) Finalmente el
investigador Manuel Mendoza García, en el artículo “La Visita del Libertador
Castilla a San Luis” en la revista Aspirando, editada por la Institución
Educativa Amauta Atusparia de Chacas, trata de demostrar que el viaje de Castilla
fueron por motivos distintos a los del Corazón.
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