martes, 5 de diciembre de 2017

RAMÓN CASTILLA EN SAN LUIS






DON RAMON CASTILLA, EN SAN LUIS (1)

El Mariscal Ramón Castilla visitó nuestro distrito por el año 1862, al finalizar su segundo gobierno.  El recordado patriota no arribó a estas zonas dirigiendo un ejército, o para defender la patria ante el invasor o rebelándose contra algún tirano. Esta vez fue empujado por otra fuerza inmensa como todas las anteriores, venía el veterano soldado comandado por el amor, detrás de una bella llumpina, cuya gracia era Margarita Mariluz (2).  Esta mujer turbó y convulsionó el espíritu del hombre y del soldado aparentemente frío y calculador.


                                                                            INGENIO (3)

La vivienda de la añorada dama, se hallaba en el pueblo de Llumpa, hoy distrito de la provincia de Mariscal Luzuriaga, en el flanco oriental de la cordillera de los andes. Muy lejos, distante a cientos de kilómetros de la capital. Esta aventura causada por el noble sentimiento del amor, sólo podía ser protagonizada por un personaje como el Mariscal Ramón Castilla.

Sin lugar a dudas el viaje del Mariscal fue extenso y difícil, sobre todo si se tiene en cuenta que tenía más de sesenta años.  El primer tramo viajó por mar desde Lima hasta el Puerto de Casma, luego recorrió por tierra hasta la ciudad de Huaraz. Posteriormente, más agreste y solitaria fue la travesía de la Quebrada Honda, lugar de estrechos senderos, profundos precipicios, punas desoladas y temperaturas gélidas. En ese peregrinaje, nuestro protagonista pernoctó en una frígida cueva, hoy llamada Cueva de Castilla, lugar que constituye el símbolo del sufrimiento de arrieros y caminantes, obligados a viajar por diferentes urgencias y necesidades.

Cuentan que al arribar, se estableció en la pequeña comarca llamada Llacma. Un paraje solitario pero de buen clima, de abundantes alimentos y frutas, además el paraje se hallaba aledaño a la vivienda de su dulcinea. La presencia del desconocido llamó la atención de los lugareños, quienes lo visitaban indistintamente desde modestos campesinos hasta algunos hacendados de comarcas cercanas, con los que hizo una pasajera amistad. Cuentan que recibía invitados, con ellos dialogaba largas horas, hacían juegos de azar e incluso cazaban venados en las riberas del río Ashnukancha.

Posteriormente el militar se entera de la existencia unas minas abandonadas en el distrito de San Luis, las mismas que habían sido explotadas por los españoles y portugueses durante la colonia.  El llamativo nombre de Potosí, hizo creer al militar, el potencial del mineral que guardaba el cerro en sus entrañas.  Después de visitar el distrito se anima y decide explotar las minas referidas, realizando algunas inversiones.  Efectivamente repara los túneles, los sistemas de drenaje, los caminos de acceso e incluso cuentan que dirige la construcción de un molino para la trituración de minerales a las orillas del río Chakapata.

Naturalmente, para materializar las mejoras, necesitó de algunas materias primas, como tierras para la construcción de paredes de la vivienda, maderas para vigas y apuntalar los socavones, las que obtuvo de las riberas del mencionado río. La noticia del extraño personaje y el uso de los bienes de la localidad, llegó a los oídos del gobernador don Pedro Vaez Arellán, el paisano era un celoso defensor de la justicia y de los recursos comunales. Sin dudar dos veces, mandó una citación de comparecencia al desconocido, por los agravios que había ocasionado a la localidad.

La seriedad de la tercera citación obligó al ilustre visitante a concurrir al despacho de la autoridad local. Para esta fecha se acicaló debidamente, vistiendo el uniforme de gala que impresionó a los sencillos habitantes del lugar.  Enterado de la investidura del denunciado, el modesto gobernador optó por esconderse y no aparecer ante el militar, mientras éste entraba a la desolada dependencia, para pronunciar con solemnidad: “Las tierras, maderas y otros recursos que se hallan en las riberas de los ríos, son propiedad del estado”. Luego abandonó el despacho de la autoridad y se marchó dejando atónita a la multitud,   que se había congregado ante la presencia del desconocido (4).

                                                                                                -----------------------


(1)  La historia que presento hoy, seguramente contiene algunas fantasías, la escribo como me contaron. Sin embargo la presencia del mariscal en esta zona es muy razonable, según diversas versiones. El Libertador Castilla, parece que estuvo en nuestras tierras entre noviembre y diciembre de 1862. El historiador Basadre en su monumental obra “Historia de la República del Perú” señala que “….  después de entregar el mandato viaja al Puerto de Casma, para luego dirigirse a Huari…..” pero no precisa la finalidad del viaje. 

(2) Otros autores señalan que el nombre de la damisela era Tomasa Barrón. Además otras versiones señalan que la joven había laborado en el Palacio de Gobierno, al servicio del mariscal. En este lugar parece que se inicia el “affaire” sentimental.

(3) La fotografía que adjunto es del lugar llamado Ingenio, el molino de Ramón Castilla, a orillas de rio Chakapata, es probable que sea mucho más antiguo y no lo haya construido el visitante aludido, por su breve presencia en esta jurisdicción.

(4) Finalmente el investigador Manuel Mendoza García, en el artículo “La Visita del Libertador Castilla a San Luis” en la revista Aspirando, editada por la Institución Educativa Amauta Atusparia de Chacas, trata de demostrar que el viaje de Castilla fueron por motivos distintos a los del Corazón.





0 comentarios:

Publicar un comentario