CONSEJOS PARA CONSTRUIR IDEAS, HÁBITOS Y VALORES PARA UNA BUENA CONVIVENCIA.
Seguramente
muchos, por no decir todos, los de la
generación de los 80, han escuchado el
hermoso tema musical “Todo a Pulmón” de Alejandro Lerner. Uno de sus
estribillos dice “…..defender mi
ideología, buena o mala, pero mía, tan humana como la contradicción…” Inicio
este artículo de opinión reflexionando sobre este verso, quizás sacándolo de su
contexto, pero con un fin didáctico de llegar a los jóvenes, para apoyarlos en
la construcción de sus ideas, hábitos y
valores, porque a través de ellos fundamentalmente nos relacionamos con nuestro
entorno social y natural.
Una cuestión
inicial y fundamental, es diferenciar las ideologías buenas de las malas.
Las primeras tienen ese calificativo, en la medida que sirvan para disminuir y desaparecer las diferencias de
distinto origen, eliminar el odio, la discriminación, es decir buscan construir un mundo más justo
y humano. Las malas ideologías, por el contrario, promueven el elitismo, la
inequidad, la indiferencia y el bienestar de unos pocos. Nunca fomentarán las
buenas relaciones humanas, ni la búsqueda de la paz y del bien común,
porque se sostienen en la jerarquía de unos sobre los otros.
Por eso es
menester enfatizar, de cómo vamos construyendo ideas, conductas, hábitos y valores de distinta naturaleza, para luego apropiarnos de ellas.
Las etapas de desarrollo humano y los contextos en que nos desenvolvemos irán
definiendo las mismas y, en algún momento de nuestra existencia, vamos a tener que tomar posición en relación
a temas políticos, económicos, ambientales,
religiosos y morales que tendrán incidencia en el resto de nuestra
existencia.
Desde
luego, es importante identificar,
analizar, contrastar y evaluar las ideas, comportamientos, valores que son
frecuentes y forman parte de nuestro entorno. Luego determinar cuáles son
adecuados y nos benefician haciéndonos personas de bien y ciudadanos cabales
que contribuyen positivamente en la comunidad.
Vamos a
intentar alcanzar algunas orientaciones,
para fortalecer actitudes que favorecen una equitativa y pacífica
convivencia social.
Un primer
momento de la formación de nuestras convicciones personales lo hacemos teniendo
en cuenta nuestros gustos e intereses personales, desde nuestro ser e
individualidad. Sobre esto se añade
decisivamente la familia, sus creencias, sus convencimientos y credos.
En este círculo íntimo, deberíamos
cuestionar, estereotipos y atavismos que muchas veces conservan nuestros
antecesores. No podemos aferrarnos a lo que escuchamos o lo que vemos. Debemos siempre dejar una rendija para
oxigenar nuestras percepciones o permitir entrar un haz de luz que ilumine la
inteligencia. Es necesario confrontar y determinar, si coincidimos con otros
pensamientos. No basta que nos parezca
bien solo a nosotros, porque sin querer podemos vulnerar derechos de los
otros. El culto absoluto hacia un líder, a una fanatizada ideología, a una fe ciega o la exaltación de un libro por muy
valioso que parezca, deben estar descartados
definitivamente.
Una segunda
instancia en este proceso lo recogemos
desde otro entorno inmediato, de las ideas que tienen los compañeros de
clase, los amigos y la propia escuela.
Puede ser que este contexto esté influenciado por ideologías de las personas
mayores y de los propios docentes. Esto tampoco significa que sean correctas
del todo, muchas veces el adolescente hace suyas concepciones y hábitos de sus pares, sin un profundo
conocimiento y sin estar completamente informado. Por ejemplo un conocido e
importante partido político del siglo pasado, adoctrinaba en su ideología desde
la niñez, posteriormente afianzaba en la juventud y aseguraba una militancia
firme y leal en la adultez(1). En materia religiosa igualmente, los troncos
familiares de una determinada congregación creen que sus descendientes deben
profesar obligadamente su credo. O aun
en las profesiones, los hijos
deben seguir la carrera de sus padres. Estas cargas hereditarias niegan la
posibilidad de crear, fomentar y fortalecer el pensamiento y convicciones propias.
La adolescencia es una etapa muy importante en
la vida del hombre, desde este momento ya se puede, discernir, cuestionar y
diferenciar, con cierta claridad, entre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto,
pero sin perder de vista que nuestras
convicciones no solo deben ser de beneficio personal, sino también deben ser
buenos para los demás, en un sentido holístico.
Sin embargo
la fuente más sólida y real para la formación de esta identidad debe provenir
de las lecturas y la vida de grandes intelectuales y personalidades de la
historia (2). En estas lecturas y reflexiones encontraremos puntos de vista
contrarios y en muchos casos conflictos y contradicciones muy agudas. Por eso
es necesario leer y estudiar, porque si no lo hacemos pueden ser que
consolidemos convicciones ajenas y opuestas a nuestros intereses y de las
mayorías. Por el contrario, la buena lectura e
investigación, nos permitirá contar con información valiosa y
argumentada, que va a nutrir la curiosidad y colmar nuestras expectativas.
Finalmente cada uno de manera voluntaria y libre puede optar, por una propuesta
política, por un modelo económico, por una u otra religión, por un patrón de conducta y de valores, por
un estilo de vida, etc. Dependerá mucho
de nuestra sensibilidad, inteligencia, gustos, e intereses. Lo importante es
que hayan optado por una percepción incluyente, respetuosa, solidaria con el
prójimo y la naturaleza. Eso es tener una buena ideología.
No nos
olvidemos que el pensamiento de muchos hombres, culturas y sociedades se hallan
argumentados en teorías no científicas y
falsas. Están invadidos de prejuicios, estereotipos y percepciones individuales
o de grupos que defienden sus intereses. Esto genera la comodidad de unos pocos
y el malestar de las mayorías, promueve
estatus que favorecen a unos, pero discriminan a otros. Por ejemplo, el racismo
y todo tipo de discriminación hacia aquellos, que no son como ellos.
( 1)
El Partido aprista Peruano, uno de los más
importantes del siglo XX, acostumbraba formar militantes desde las familias
apristas. A los niños los agrupaban en los Chicos Apristas (CHAP) luego en los
Jóvenes Apristas (JAP), era muy común encontrar hijos apristas de padres de la
misma ideología.
( 2)
Cuando nos referimos a líderes de la historia
universal, es necesario precisar que se trata de aquellos que dedicaron su vida
al servicio de una causa noble y justa. Muchas veces son referentes equívocos
los que por ambiciones personales o de su nación, sojuzgaron y saquearon
pueblos creando muerte y desolación. Hay que mirar como paradigma a los que
lucharon por la libertad, por la mejora de las condiciones de vida, por la paz
y respeto a todos los hombres y las naciones.
Tenemos entre ellos por ejemplo a Mahatma Ghandi, Martin Luther King, Nelson Mandela, etc.