DEL SUTEP AL FENATEP
Los sindicatos como
organizaciones de protección de los derechos de los trabajadores, casi inexistentes en el siglo XIX, tomaron fuerza y presencia desde las primeras décadas
del siglo pasado. A su esfuerzo y perseverancia
se debe por ejemplo la conquista de las 08 horas de trabajo en 1918, así
como otras luchas que lograron reivindicaciones sociales y económicas durante
la centuria. No obstante las demandas alcanzadas no fueron gratuitas y costaron
a los trabajadores dolor, persecución, reclusión y hasta numerosas
muertes. Los reclamos laborales fueron
ante el estado, que no garantizaba el bienestar de sus servidores, pero en
especial, ante las empresas privadas que
como ahora también, se resistieron a humanizar el trabajo de sus empleados y
claro está, a otorgar beneficios y compartir sus ilimitadas ganancias.
En el caso de los servidores del
sector educación (docentes y administrativos) es parecido. A los maltratos a
estos profesionales y técnicos, se sumaban el abandono de la educación pública
desde el estado. Los bajos sueldos, la carencia de docentes,
la pésima situación de la infraestructura educativa y un largo etcétera, tuvo
como corolario el descontento de los servidores en la educación, para crear y
organizar el primer Sindicato Único de Trabajadores de la Educación Peruana
(SUTEP) en el año de 1972, liderado por
el Maestro Horacio Zevallos Gámez. A lo largo de las décadas del 70, 80 y 90,
esta asociación protagonizó huelgas
masivas, exigiendo la mejora de la educación pública y la revaloración de la
carrera magisterial. El gremio fue
reconocido en forma oficial en el año de 1984, durante el segundo gobierno de
Belaunde Terry.
El gobierno del dictador y
corrupto Fujimori, instaurado en 1990, impone el régimen neoliberal, desatando
una serie de estrategias de desprestigio y aniquilación a distintos sindicatos.
Al finalizar este gobierno estas organizaciones estaban arrinconadas y
cuestionadas, el régimen autoritario
obtuvo una “paz laboral”
sostenida entre el temor a los despidos arbitrarios y la persecución del
estado. Sin embargó sobrevivió la organización magisterial y aun desató la
huelga del año de 1990 que se prolongaría hasta por cuatro meses.
El SUTEP, como toda organización
laboral, abrazaría una ideología progresista de manera temprana.
Mayoritariamente de composición e inspiración izquierdista y sostenida en el
pensamiento de José Carlos Mariátegui. Por eso
se apropió del término clasista, que sugiere la pertenencia a un sector
social desatendido y con limitados recursos económicos. Si bien el SUTEP fue
liderado por el maestro Zevallos, líder
de la Unidad de Izquierda
Revolucionaria, (UNIR) a la muerte de
éste, se fue afianzando el Partido Comunista del Perú, Patria Roja, en el control y conducción del
gremio magisterial.
La nueva conducción del
SUTEP, fortaleció la organización
sindical, proveyendo de un estatuto y normativa, que delimitaba los deberes y
derechos de sus miembros y la elección del
Consejo Ejecutivo Nacional, estableció distintos mecanismos de participación de los docentes
peruanos. A esto hay que añadir en esta
coyuntura, la incorporación de la
Derrama Magisterial en el año de 1984 (1) a la administración del sindicato. Este organismo en quiebra y que no
había tenido presencia en el sistema mutualista nacional, fue reflotado con los
aportes de cientos de miles maestros.
Por otra parte, el periodo inaugurado por Fujimori y los
presidentes que lo sucedieron fueron
nefastos para el magisterio nacional. Al desprestigio de la profesión
que se ensañó el dictador, se sumaron numerosas leyes que maltrataron al
profesor. Paralelamente la educación pública peruana se había estancado y se
hallaba en los últimos lugares de diferentes evaluaciones internacionales. Los
gobiernos apuntaron toda la
responsabilidad a los docentes, cuando sabemos que el Perú es uno de los países
que invierte menos en educación. Asimismo en esta etapa el estado peruano construye el Proyecto
Educativo Nacional en forma muy tardía, pero que nunca cumplió con una real
implementación. (2)
Mientras tanto en los inicios de
este siglo, las imágenes del CEN del SUTEP y la Derrama Magisterial manejada
por Patria Roja habían sufrido un notable deterioro. Por un lado la elección
del Comité Ejecutivo Nacional del SUTEP se ejecutaba a través de delegados de
cada provincia y región que muchas veces no eran elegidos en forma democrática,
quitándoles legitimidad y legalidad a sus miembros. Por otro lado, la
conducción y manejo de la Derrama Magisterial también se había reducido a un
grupo de líderes magisteriales vinculados al partido que hemos señalado. De ahí
que en el seno del magisterio se estaba originando serios cuestionamientos para
que se democratice la conducción de CEN del gremio, mediante la estrategia, un
maestro, un voto. Es decir que todos participen en las elecciones de sus
dirigentes regionales y nacionales.
En ese contexto surge el
liderazgo disidente de docentes en diferentes regiones del Perú, en especial en
el centro del país, para rechazar la mala gestión de la dirigencia nacional
(3). El fracaso de este grupo ante las
políticas educativas de Fujimori, la promulgación de la Ley de la Carrera
Magisterial y posteriormente de la Reforma Magisterial, ante la mirada indiferente
y pasmada de las cúpulas hizo que muchos maestros dejaran de ser leales y
fervientes defensores del SUTEP. Igualmente
la Derrama magisterial, no ofrecía ningún servicio diferenciado al
aportante a tal punto que los intereses de préstamos era iguales o mayores que
cualquier agencia de crédito privada. Esta entidad se habría
convertido en la caja chica de Patria Roja y de apoyo para los dirigentes de
las regiones y provincias que los defendían.
Debe quedar claro también que la
prosperidad de la Derrama Magisterial, es exitosa, debido a ese chorro de dinero fresco y permanente de
cientos de miles de maestros. De ahí que sus cuentas en azul no se sustentan en
la buena gestión principalmente, sino en el ingreso fijo y
mensual de millones de soles, privilegio que otras financieras no tienen. Claro
que este auge también ha promovido una
frondosa burocracia dorada de funcionarios a expensas del magisterio peruano.
En cuanto a ideología, las bases
magisteriales habían transitado hacia pensamientos liberales o habían dejado el
interés por la política, con el desprestigio de los partidos tradicionales
durante el fujimorismo y menor parte por la caída del muro de Berlín. El
pensamiento “clasista y combativo” del
SUTEP, se había deteriorado en extremo, solo era slogan de las cúpulas que
repetían mecánicamente durante las marchas y manifestaciones gremiales.
Igualmente el rol de vigilancia de las los comités provinciales y regionales
hacia los órganos de gestión educativos había casi desaparecido y, en muchos casos pareció una convivencia.
La huelga del 2017 fue la gota
que colmó el vaso. La dirigencia del SUTEP se negaba para la iniciación de la
huelga. En cada capital de las regiones
y provincias del país, un pequeño grupo de maestros, simpatizantes de
Patria Roja trataron de impedir la medida de lucha. Sin embargo fueron
desbordadas por las bases y se desarrolló una huelga que paralizó la educación
pública peruana. El Comité Ejecutivo Nacional del SUTEP, había fracasado
estrepitosamente en su afán de entorpecer los justos reclamos del magisterio.
En esta lucha, se fueron formando
nuevas bases provinciales, distantes de Patria Roja y el CEN del SUTEP, recabando firmas para proponer un nuevo
sindicato y otra dirigencia regional y
nacional. De aquí nace en cierta forma el FENATE (Frente Nacional de
Trabajadores de la Educación Del Perú) en el año 2017, liderado por Pedro Castillo Terrones. La
solicitud de reconocimiento del nuevo sindicato en el Ministerio de Trabajo,
habría sido dejada de lado para que los radicales del FENATE, no controlen el
magisterio y no tengan acceso a la
Derraman Magisterial y sus fondos, puesto que no se sabría el destino que le
iban a asignar. Pese a la negativa insistente ha sido reconocida apenas de
haberse iniciado el gobierno de
presidente actual. Esperamos que no se
usen para intereses políticos y contrarios a la defensa del trabajador en el
sector educativo.
Sin embargo, se tiene que ser
claro y preciso, que el magisterio como todo gremio alberga distintos tintes
políticos. Mayoritariamente los docentes que no tienen marcado interés por la política, un menor grupo
progresista asume posiciones de izquierda (entre ellos un minúsculo grupo de
partidarios de Patria Roja) y uno más
pequeño aun, asume posiciones radicales de izquierda y en algunos casos, aun de
derecha. Se debe enfatizar el hecho que
los profesores hayan apoyado a Castillo
en estas últimas elecciones, no cosntituye un espaldarazo a su ideología y propuesta política, se ha tratado de una
respuesta contra el fujimorismo y
principalmente contra la inequidad, la pobreza, el racismo y otras lacras
sociales que afectan este país. (4)
Finalmente el glorioso SUTEP,
hace mucho dejó de serlo, ni clasista, ni combativo. En manos de dirigentes
vitalicios, sin ninguna
representatividad y que solo protegen sus intereses particulares y su partido político. Es hora
que verdaderos maestros asuman su conducción, para que en verdad defiendan una
educación gratuita y de calidad.
(1)
La Derrama Magisterial, había sido fundada en el
año de 1966, de carácter básicamente centralista y limeña, para cubrir ese
deseo de los docentes de contar con una institución previsional. La mala
administración de los recursos hizo que veinte después se encontrara en una
quiebra completa. En 1984, la entregan al SUTEP.
(2)
Del generalizado descontento magisterial,
nacería el CONARE (Comité Nacional de Reorientación del SUTEP) aproximadamente
por el año 2003, encabezado por el
profesor Robert Huaynalaya, con fuerte presencia en el centro del Perú,
tildado de radical, violentista y
vinculado al MOVADEF. No obstante tuvo una capacidad de convocatoria notable,
promovió la huelga del 2007.
(3)
La clase política peruana había dejado de lado
históricamente la educación pública. El primer Proyecto Educativo Nacional,
construido socialmente y oficializado en el
2009, cuya vigencia termina este año, pero no ha logrado modificaciones
mínimas en el sector. Por ejemplo uno de las recomendaciones del Consejo
Nacional de Educación, fue asignarle mayor presupuesto de manera paulatina al
sector, los gobiernos neoliberales
volvieron a incumplir con los compromisos establecidos.
(4)
Tampoco se debe perder de vista que Pedro Castillo a falta de un partido y bases que realmente lo
respalden está empeñado en formar su propia organización política (Partido Magisterial y Popular) buscando el apoyo de los maestros y los sectores populares. Es probable que en esta
coyuntura encuentre solidaridad de un sector del magisterio, pero la que se
puede esfumar si no tiene en cuenta las numerosas demandas que el propio
presidente exigió cumplir cuando era dirigente de los profesores.