lunes, 27 de septiembre de 2021

DEL SUTEP AL FENATEP

 

DEL SUTEP  AL FENATEP

Los sindicatos como organizaciones de protección de los derechos de los trabajadores,  casi inexistentes en el siglo XIX, tomaron  fuerza y presencia desde las primeras décadas del siglo pasado. A su esfuerzo y perseverancia  se debe por ejemplo la conquista de las 08 horas de trabajo en 1918, así como otras luchas que lograron reivindicaciones sociales y económicas durante la centuria. No obstante las demandas alcanzadas no fueron gratuitas y costaron a los trabajadores dolor, persecución, reclusión y hasta numerosas muertes.  Los reclamos laborales fueron ante el estado, que no garantizaba el bienestar de sus servidores, pero en especial,  ante las empresas privadas que como ahora también,  se resistieron  a humanizar el trabajo de sus empleados y claro está, a otorgar beneficios y compartir sus ilimitadas ganancias.  

En el caso de los servidores del sector educación (docentes y administrativos) es parecido. A los maltratos a estos profesionales y técnicos, se sumaban el abandono de la educación pública desde  el estado.  Los bajos sueldos, la carencia de docentes, la pésima situación de la infraestructura educativa y un largo etcétera, tuvo como corolario el descontento de los servidores en la educación, para crear y organizar el primer Sindicato Único de Trabajadores de la Educación Peruana (SUTEP) en el año de 1972,  liderado por el Maestro Horacio Zevallos Gámez. A lo largo de las décadas del 70, 80 y 90, esta asociación  protagonizó huelgas masivas, exigiendo la mejora de la educación pública y la revaloración de la carrera magisterial.  El gremio fue reconocido en forma oficial en el año de 1984, durante el segundo gobierno de Belaunde Terry.

El gobierno del dictador y corrupto Fujimori, instaurado en 1990, impone el régimen neoliberal, desatando una serie de estrategias de desprestigio y aniquilación a distintos sindicatos. Al finalizar este gobierno estas organizaciones estaban arrinconadas y cuestionadas, el régimen autoritario  obtuvo   una “paz laboral” sostenida entre el temor a los despidos arbitrarios y la persecución del estado. Sin embargó sobrevivió la organización magisterial y aun desató la huelga del año de 1990 que se prolongaría hasta por cuatro meses.

El SUTEP, como toda organización laboral, abrazaría una ideología progresista de manera temprana. Mayoritariamente de composición e inspiración izquierdista y sostenida en el pensamiento de José Carlos Mariátegui. Por eso  se apropió del término clasista, que sugiere la pertenencia a un sector social desatendido y con limitados recursos económicos. Si bien el SUTEP fue liderado por el maestro Zevallos,  líder de la Unidad  de Izquierda Revolucionaria, (UNIR)  a la muerte de éste, se fue afianzando el Partido Comunista del Perú,  Patria Roja, en el control y conducción del gremio magisterial.

La nueva conducción del SUTEP,  fortaleció la organización sindical, proveyendo de un estatuto y normativa, que delimitaba los deberes y derechos de sus  miembros y la elección del Consejo Ejecutivo Nacional, estableció distintos mecanismos  de participación de los docentes peruanos.  A esto hay que añadir en esta coyuntura,   la incorporación de la Derrama Magisterial en el año de 1984 (1) a la administración del  sindicato. Este organismo en quiebra y que no había tenido presencia en el sistema mutualista nacional, fue reflotado con los aportes de cientos de miles maestros.

Por otra parte,  el periodo inaugurado por Fujimori y los presidentes que lo sucedieron fueron  nefastos para el magisterio nacional. Al desprestigio de la profesión que se ensañó el dictador, se sumaron numerosas leyes que maltrataron al profesor. Paralelamente la educación pública peruana se había estancado y se hallaba en los últimos lugares de diferentes evaluaciones internacionales. Los gobiernos apuntaron toda  la responsabilidad a los docentes, cuando sabemos que el Perú es uno de los países que invierte menos en educación. Asimismo en esta etapa  el estado peruano construye el Proyecto Educativo Nacional en forma muy tardía, pero que nunca cumplió con una real implementación.  (2)

Mientras tanto en los inicios de este siglo, las imágenes del CEN del SUTEP y la Derrama Magisterial manejada por Patria Roja habían sufrido un notable deterioro. Por un lado la elección del Comité Ejecutivo Nacional del SUTEP se ejecutaba a través de delegados de cada provincia y región que muchas veces no eran elegidos en forma democrática, quitándoles legitimidad y legalidad a sus miembros. Por otro lado, la conducción y manejo de la Derrama Magisterial también se había reducido a un grupo de líderes magisteriales vinculados al partido que hemos señalado. De ahí que en el seno del magisterio se estaba originando serios cuestionamientos para que se democratice la conducción de CEN del gremio, mediante la estrategia, un maestro, un voto. Es decir que todos participen en las elecciones de sus dirigentes regionales y nacionales.

En ese contexto surge el liderazgo disidente de docentes en diferentes regiones del Perú, en especial en el centro del país, para rechazar la mala gestión de la dirigencia nacional (3).  El fracaso de este grupo ante las políticas educativas de Fujimori, la promulgación de la Ley de la Carrera Magisterial y posteriormente de la Reforma Magisterial, ante la mirada indiferente y pasmada de las cúpulas hizo que muchos maestros dejaran de ser leales y fervientes defensores del SUTEP. Igualmente  la Derrama magisterial, no ofrecía ningún servicio diferenciado al aportante a tal punto que los intereses de préstamos era iguales o mayores que cualquier agencia  de  crédito privada. Esta entidad se habría convertido en la caja chica de Patria Roja y de apoyo para los dirigentes de las regiones y provincias que los defendían.

Debe quedar claro también que la prosperidad de la Derrama Magisterial, es exitosa, debido a  ese chorro de dinero fresco y permanente de cientos de miles de maestros. De ahí que sus cuentas en azul no se sustentan en la buena gestión principalmente, sino en el ingreso  fijo  y mensual de millones de soles, privilegio que otras financieras no tienen. Claro que este auge  también ha promovido una frondosa burocracia dorada de funcionarios a expensas del magisterio peruano.

En cuanto a ideología, las bases magisteriales habían transitado hacia pensamientos liberales o habían dejado el interés por la política, con el desprestigio de los partidos tradicionales durante el fujimorismo y menor parte por la caída del muro de Berlín. El pensamiento  “clasista y combativo” del SUTEP, se había deteriorado en extremo, solo era slogan de las cúpulas que repetían mecánicamente durante las marchas y manifestaciones gremiales. Igualmente el rol de vigilancia de las los comités provinciales y regionales hacia los órganos de gestión educativos había casi desaparecido y,  en muchos casos pareció una convivencia. 

La huelga del 2017 fue la gota que colmó el vaso. La dirigencia del SUTEP se negaba para la iniciación de la huelga. En cada capital de las regiones  y provincias del país, un pequeño grupo de maestros, simpatizantes de Patria Roja trataron de impedir la medida de lucha. Sin embargo fueron desbordadas por las bases y se desarrolló una huelga que paralizó la educación pública peruana. El Comité Ejecutivo Nacional del SUTEP, había fracasado estrepitosamente en su afán de entorpecer los justos reclamos del magisterio.

En esta lucha, se fueron formando nuevas bases provinciales, distantes de Patria Roja y el CEN del SUTEP,  recabando firmas para proponer un nuevo sindicato y otra  dirigencia regional y nacional. De aquí nace en cierta forma el FENATE (Frente Nacional de Trabajadores de la Educación Del Perú) en el año 2017,  liderado por Pedro Castillo Terrones. La solicitud de reconocimiento del nuevo sindicato en el Ministerio de Trabajo, habría sido dejada de lado para que los radicales del FENATE, no controlen el magisterio y  no tengan acceso a la Derraman Magisterial y sus fondos, puesto que no se sabría el destino que le iban a asignar. Pese a la negativa insistente ha sido reconocida apenas de haberse iniciado  el gobierno de presidente actual.  Esperamos que no se usen para intereses políticos y contrarios a la defensa del trabajador en el sector educativo.

Sin embargo, se tiene que ser claro y preciso, que el magisterio como todo gremio alberga distintos tintes políticos. Mayoritariamente los docentes que no tienen marcado  interés por la política, un menor grupo progresista asume posiciones de izquierda (entre ellos un minúsculo grupo de partidarios de Patria Roja)  y uno más pequeño aun, asume posiciones radicales de izquierda y en algunos casos, aun de derecha.  Se debe enfatizar el hecho que los profesores  hayan apoyado a Castillo en estas últimas elecciones,  no cosntituye un espaldarazo a su ideología y propuesta política, se ha tratado de una respuesta  contra el fujimorismo y principalmente contra la inequidad, la pobreza, el racismo y otras lacras sociales que afectan este país. (4)

Finalmente el glorioso SUTEP, hace mucho dejó de serlo, ni clasista, ni combativo. En manos de dirigentes vitalicios,  sin ninguna representatividad y que solo protegen sus intereses  particulares y su partido político. Es hora que verdaderos maestros asuman su conducción, para que en verdad defiendan una educación gratuita y de calidad.

(1)    La Derrama Magisterial, había sido fundada en el año de 1966, de carácter básicamente centralista y limeña, para cubrir ese deseo de los docentes de contar con una institución previsional. La mala administración de los recursos hizo que veinte después se encontrara en una quiebra completa. En 1984, la entregan al SUTEP.

(2)    Del generalizado descontento magisterial, nacería el CONARE (Comité Nacional de Reorientación del SUTEP) aproximadamente por el año 2003, encabezado por el  profesor Robert Huaynalaya, con fuerte presencia en el centro del Perú, tildado de radical,  violentista y vinculado al MOVADEF. No obstante tuvo una capacidad de convocatoria notable, promovió la huelga del 2007.

(3)    La clase política peruana había dejado de lado históricamente la educación pública. El primer Proyecto Educativo Nacional, construido socialmente y oficializado en el  2009, cuya vigencia termina este año, pero no ha logrado modificaciones mínimas en el sector. Por ejemplo uno de las recomendaciones del Consejo Nacional de Educación, fue asignarle mayor presupuesto de manera paulatina al sector,  los gobiernos neoliberales volvieron a incumplir con los compromisos establecidos.

(4)    Tampoco se debe perder de vista que  Pedro Castillo a  falta de un partido y bases que realmente lo respalden está empeñado en formar su propia organización política  (Partido Magisterial y Popular)  buscando el apoyo de los maestros y los  sectores populares. Es probable que en esta coyuntura encuentre solidaridad de un sector del magisterio, pero la que se puede esfumar si no tiene en cuenta las numerosas demandas que el propio presidente exigió cumplir cuando era dirigente de los profesores.



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