PUENTE PUKAYAKU

Cruza el río Yanamayo y es parte del camino inka.

LAGUNA DE PEROLKOCHA

Difícil de llegar pero vale la pena.

PIRUSHTU DE KONDOR

Centinela de San Luis, sobre Roqruwarka

FLOR DE SHAQAPA

Orquidea andina, que crece sobre los 4000 m.s.n.m.

MONOLITO CON LA FIGURA DE JAGUAR

Encontrado en centro poblado de canchabamba.

lunes, 26 de octubre de 2015





CUESTA ABAJO
(Testimonio personal)

Mi pueblo San Luis del primer lustro de  los setenta,  era un pueblo inmensamente tranquilo. Habitado por un puñado de personas, mayormente  amigos o parientes o amigos y parientes a la vez. Como en toda comunidad pequeña,  conocíamos  las virtudes y los defectos de cada paisano, estábamos enterados de todo, de la hora que se levantaba, desayunaba, cenaba y aun de otras intimidades.  Este  periodo fue muy apacible, muy pocos transitaban  las calles de mi distrito, cada quien estaba dedicado totalmente a sus quehaceres, la paz sólo era interrumpida por el tránsito de algunos vehículos,  principalmente  los buses de las primeras empresas de transporte que trasladaban pasajeros a la costa  y viceversa. Este servicio  nos traía noticias y alegrías con el arribo de algunos parientes y amistades,  rompían la rutina, los paseos, las propinas, las libertades temporales, pero también nos destrozaban el corazón con su partida.

Estos buses fueron durante un tiempo, parte de nuestras aventuras de niño, sus escaleras posteriores eran una tentación para un osado paseo de algunos metros, cuadras y a veces hasta algunos kilómetros, si el ayudante no nos sorprendía y nos hacía bajar a punta de correazos.  Era cuestión de esperar agazapados  en lugares estratégicos en donde disminuía la velocidad la unidad,   para correr  y aferrarnos en las escaleras y esperar de nuevo un bache para saltar presurosos y a veces revolcarnos en el polvo o en el  barro de la carretera. Era una proeza, una linda aventura, osada, riesgosa,  pero al fin al cabo, pura emoción y adrenalina.

En uno de esos viajes, nos trepamos cuatro amigos en la Empresa “Cóndor de Chavín” para visitar el campamento de la Empresa Suministro de Equipos, que había construido la carretera de San Luis a Piscobamba. Era una ciudadela pequeña pero moderna,  adonde iban de paseo  los paisanos en cualquier tarde o un fin de semana.   Bajamos en el lugar y observamos sentaditos, como desarmaban los obreros las construcciones porque había culminado la obra,   mientras mascábamos las cañas de mayo  hurtadas de una chacra aledaña. Dejaban objetos y materiales inservibles, amontonados en la vera de la carretera,  entre ellos unas llantas gigantescas de los cargadores frontales.

A uno de nosotros se nos ocurrió lanzar cuesta abajo una de esas llantas, ya que había una buena pendiente para que la rueda  pueda ser arrojada. Lo que no precavimos como niños, es que en la zona habitaban campesinos, los que pacían sus rebaños en los alrededores. Una vez pergeñado el plan  nos dirigimos hacia una de las llantas y lo levantamos después de muchos intentos y  esfuerzos entre todos,  lanzándola  con gran entusiasmo. Al principio la llanta dio tumbos y casi se nos queda al chocar contra una piedra, lo cual nos hubiera decepcionado, pero nuevamente tomó bríos y  rodó por la pendiente.

Terminó la bajada a gran velocidad, luego  con la misma o mayor rapidez tomó la pequeña llanura. No rodaba, volaba,  acercándose  peligrosamente a un conjunto de casitas allá abajo. Recién nos percatamos del   peligro que habíamos ocasionado con la travesura. Fueron segundos  dramáticos, seguramente los instantes más angustiantes de nuestra corta existencia. Se dirigía exactamente hacia una pequeña casita que iniciaba el conjunto habitacional. El choque pudo haber sido brutal, por la fragilidad de la construcción, la velocidad y el peso del neumático, pero ahí se encontraba un añoso y verde molle que prácticamente salió a su encuentro y con un fuerte choque  lo desvió hacia el río. Después del susto  festejamos nuestra travesura alardeando quien había puesto más de esfuerzo, quien se había asustado más, quien estaba a punto llorar y nos reíamos de buena gana.

No pasó mucho tiempo y regresó la angustia,  duplicada o decuplicada en relación al susto anterior. El guardián del campamento subía apurado, sudoso, molesto con una faz del portador de una desgracia, buscaba a los culpables de la tragedia que había originado la travesura. ¿Quiénes han sido? Preguntó.   La llanta ha derrumbado una casa, ha herido a su dueña y ha matado a un toro, nos dijo. Nunca vi una  desesperación y palidez tan marcadas en los rostros de mis amigos y seguramente en el mío. Nos pusimos a llorar  culpándonos los unos  a los otros de tanta desgracia, suplicando con las manos unidas al guardián para que no nos delatara. Muy por el contrario nos amenazó  e increpó que nuestros padres irían a prisión por nuestra minoría de edad.  Esta última noticia fue todavía más devastadora, tener presos a nuestros padres por nuestra irresponsabilidad. Recuerdo que nunca he llorado tanto como aquella tarde, jamás había suplicado clemencia a otra persona en esta vida.

Con los ojos hinchados y enrojecidos, permanecimos sentados sobre el césped,  observando el lejano  horizonte en momentos,  a veces fijos  en el pasto verde  y de rato en rato mirándonos  los  unos a los otros sin hallar una salida. El castigo iba a llegar tarde o temprano, habían sobrados motivos para recibir una paliza. La desobediencia de treparnos al carro poniendo en peligro  nuestras vidas,  haber arrojado la llanta y causar enormes daños y  poner en riesgo la libertad de nuestros padres. Seguramente pocos niños se hallaron en semejante dificultad.  Nuestra pena y preocupación eran realmente inconmensurables.

El guardián se acercó de nuevo hacia nosotros e instintivamente nos encogimos de miedo. Seguramente hay más malas noticias. Si quieren que les apoye y permanezca callado, ayuden a cargar las planchas de triplay al camión nos dijo amenazante. Nunca trabajé de manera tan diligente y con tanto empeño. Llegó el crepúsculo cuando terminamos de cargar  cientos de estas planchas al vehículo.  El regreso a casa,  fue igual de penoso, culpándonos los unos a los otros, renegando del  momento en que nos encaramamos al bus y  maldiciendo haber lanzado la llanta irresponsablemente. Con la oscuridad llegué a casa, escondiendo con mucho esfuerzo mi triste estado de ánimo. Apenas pude ingerir algún alimento,  aún recuerdo el sabor amargo del café, la forma del pan carioca  untado con la mantequilla. Y después…. tener que pasar la noche más larga y penosa de mi niñez, la llanta, la casa destruida, la dueña gravemente herida, el toro muerto, mi padre siendo aprisionado,  la familia culpándome de toda la desgracia…. todas estas pesadillas sólo en unas horas.

Por fin amaneció, era sábado. Con mucho miedo me encaminé hacia nuestra plazuela, para husmear que chismes pululaban por la comisaría del  pueblo,  a estas horas todos los paisanos ya estarían enterados de nuestra desgracia, esperándonos para condenarnos. Pero de la llanta, de la casa destruida, de la persona herida, del toro muerto,  nada, ninguna noticia.  Ahí llegó Abelardo, nuestro compinche y el mayor del grupo, al principio con la cara triste y pesarosa, iba a ponerme a llorar de nuevo, pero le habría dado tanta pena mi rostro, que riéndose me dijo no ha pasado nada, el desgraciado del guardián nos ha mentido para hacernos trabajar toda la tarde.


Pasaron muchos años y tuve la curiosidad de seguir el recorrido del trágico neumático. Efectivamente fue una locura, solo  una bendición evitó que la historia del  guardián no haya sido cierta. La llanta llegó hasta el río en frenética carrera de más de un kilómetro. Finalmente la rueda fue recogida por un habitante de la calurosa yunga que lo dividió en dos y aún hoy sirven de comedero para sus cerdos. 

viernes, 16 de octubre de 2015

A PROPOSITO DE LA REVISTA DE LOS CINCUENTA AÑOS





FE DE ERRATAS.

De manera tardía pude revisar la revista “La Voz Fitzcarralina” al conmemorarse los cincuenta años de nuestro colegio “Carlos Fermín Fitzcarrald”  felicito a todos los colaboradores, que han participado en su publicación, pero principalmente a aquellos que han dedicado homenajes a nuestra institución educativa y en otros casos,  nos han permitido reflexionar en torno a la problemática del plantel y de la propia provincia. Sin embargo cuando revisamos el artículo “Apuntes para la Historia de San Luis” escrito por el profesor Eduardo Vidal Small,  encontramos dramáticos errores, en un principio pensamos dejar pasar por alto, pero después de conversar con algunos paisanos y un serio examen  de conciencia, decidimos  escribir estas líneas para puntualizar algunas cuestiones: 

DICE: “…..Bajo la influencia directa de Chavin, hace aproximadamente 10,000 años y con su caída se formaron varios señoríos en la zona de Konchucos gobernados por sus propios curacas….” (sic)
ES NECESARIO PRECISAR.  La civilización Chavín tiene tres mil años de antigüedad, con la desaparición de esta cultura, aun tuvieron presencia en esta zona, otras culturas como  Recuay  por ejemplo: Cashahirka, es uno de restos arqueológicos que testimonia su presencia. (LUMBRERAS 1974)

DICE:  “…….Aproximadamente en 1465 fueron conquistados por Capac Yupanqui en la segunda invasión del Chinchaysuyo”  luego añade:  “….Ganó  el inca  Pachacutec  las provincia rebeldes con hambre y con astucia militar………”  (sic)

ES NECESARIO PRECISAR. Para muchos estudiosos el periodo imperial del Tahuantinsuyo se inicia  en 1438, con el Gran Pachacutec, es decir, con él se inicia su expansión. Es muy probable que este inca no haya llegado a esta zona por las luchas que tuvo que enfrentar para consolidar su reino  en el sur. También es muy posible que Konchukos haya sido conquistado por el otro gran Inca Túpac Inca Yupanqui, quien tomó las riendas del imperio en 1471 aproximadamente. (ESPINOZA 1990, VEGA 1963)

DICE:   “……Se hallan nuevos restos   de estructuras inca conocida como incapallawachanan, cuya denominación se debe a que una palla en su viaje de Cusco a Cajamarca dio a luz a un niño…” (sic)

ES NECESARIO PRECISAR el nombre del sitio arqueológico es simplemente Pallawachanan, lugar en donde alumbró una palla, pero no se sabe, si fue una de las esposas del inca,  de donde venía o a donde se dirigía, menos aun si niña o niño, a no ser que se cuente con fuentes que se puedan demostrar.

DICE: “…. Otro de los personajes ilustres de San Luis colonial fue el arzobispo de Lima Toribio de Mogrovejo, cuando era párroco…” (sic)

ES NECESARIO PRECISAR : El Arzobispo de Lima, Santo Toribio de Mogrovejo,  no fue un personaje ilustre de nuestra tierra, pero sí fue un visitante ilustre, llegó a San Luis en uno de sus famosos viajes de visita pastoral pasó por estas tierras en mayo de 1594, además nunca fue párroco de esta jurisdicción. (LEON, 2008)

DICE: “……Durante la República San Luis fue escenario de la infausta guerra con Chile, Leoncio Prado a su paso hacia  Huamachuco (La Libertad) estuvo en San Nicolás (Caserío de Despensa) donde acampó con sus tropas para aprovisionarse. Andrés Avelino Cáceres, pasó  por nuestra heredad querida en 1879….” (sic)

ES NECESARIO PRECISAR: San Luis nunca fue escenario de la Guerra con Chile, porque no se desarrolló ningún evento bélico  importante en esta zona, por otro lado es necesario preguntar, que tendría que hacer Andres A. Cáceres en San Luis, cuando apenas se iniciaba la guerra con Chile, y las fuerzas armadas estaban ocupadas en la defensa de los territorios del sur?

DICE:  “…..Después de su primer gobierno constitucional, el genial militar el mariscal Ramón Castilla, llegó a este pueblo en persecución de la hermosa dama Margarita Mariluz, una sanluisina. Su sede que ella vivía en San Luis pero viajaba continuamente a Piscobamba….” (sic).          Luego añade “ …..Posiblemente para disimular su permanencia en San Luis mandó a trabajar una mina en el famoso cerro de Potosí…”     (Sic)

ES NECESARIO PRECISAR: El Mariscal Castilla, parece que estuvo en nuestras tierras entre noviembre y diciembre de 1862, el visitante venía tal vez detrás de una dama de esta zona y probablemente para desarrollar actividades mineras, por cuanto desde sus padres se dedicaban a esta actividad.  En  el breve tiempo que estuvo creemos que no tuvo posibilidad de trabajar una mina, por tanto Ingenio no sería obra del mariscal, seguramente es un molino mucho más anterior a la presencia de uno de los  Presidentes más importantes del Perú. (BASADRE 2002). 

DICE:  “…..Fue encontrada en 1919 por  Julio C. Tello, padre de la arqueología Cashajirca (Potosí), Jacabamba, Ghanjanga….   “(sic)

ES NECESARIO PRECISAR:   En este párrafo y en todo el artículo,  se halla plagado de errores ortográficos y sintácticos muy lamentables, que le quitan seriedad a cualquier texto publicado.

Cuando se trata de escribir historia, que es muy difícil por cierto, por más que sean apuntes, es necesario citar las fuentes que sustentan la información que estamos señalando, para que no se resuma a un conjunto de apreciaciones personales y subjetivas del autor. Cuando no se tiene una fuente de nuestra afirmación es preferible usar,  se trataría, habría, probablemente, posiblemente, etc.  Para que nuestra afirmación no sea categórica aun cuando sea cierta. Igualmente hay que distinguir algunos procesos elementales del devenir de la historia,  para no caer en el anacronismo y en errores  garrafales porque al final en vez de informar llegamos a desinformar. 


Finalmente, para publicaciones de esta naturaleza se debería tener mayor cuidado.  Cincuenta años se cumple una sola vez, es una fecha emblemática. Una revista institucional debería haber sido encargado a estudiantes o egresados de nuestra institución,  que son comunicadores sociales, para que la revista posea una mínima diagramación, estructura básica y  contenga realmente información y reflexiones en torno a la coyuntura, mas no se incorpore información, aun necesaria, pero ajenas a la educación y  a las Bodas de Oro de nuestra institución. 

BIBLIOGRAFIA  BASICA PARA CONSULTAR:
BASADRE,  Jorge, Historia General de la República del Perú. Lima 2002
ESPINOZA,   Waldemar,  La Destrucción del Imperio de los Incas Lima 1990
LUMBRERAS, Guillermo, Orígenes de la Civilización en el Perú. Lima 1974
MENDOZA,   Manuel, Apuntes para la Historia de Chacas. Revistas Aspirando.
LEON,  Miguel, “Presencia de Santo Toribio de Mogrovejo en el Callejón de Conchucos. Diócesis de Huari.  2008.
VEGA, Juan,  “La Guerra de los Wiracochas” Lima 1963.