jueves, 14 de mayo de 2020

OPINION





ENTRE LAS LIBERTADES INDIVIDUALES, LOS DERECHOS CIVILES, POLITICOS E INDIVIDUALES Y LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES.

  Aquella vez un mago conservador pero altruista, quiso exponer sus habilidades en un barrio pobre y marginal. Congregó a su alrededor una multitud de niños e instaló sus pertrechos e hizo diversos actos de magia, divirtiendo y sorprendiendo a los pequeños y a los pocos adultos aglomerados.  El artista luego se marchó feliz y ensimismado, creyendo haber cumplido con su conciencia, mientras los pequeños se quedaron quejosos porque creyeron que después de la presentación iban a recibir algún mendrugo que saciaría su hambre voraz.

   La conquista de los derechos humanos, ha sido una permanente lucha de los hombres en contra de los otros de su propia especie. Este conflicto se ha extendido largos siglos y quizás algunos milenios.  El hombre con el advenimiento del estado y la diferenciación de las clases sociales estableció un conjunto de mecanismos para asegurar el perpetuo estado de bienestar de unos a costa de los otros. Sin embargo a través de luchas a veces pacíficas y otras violentas fueron recuperando algunos derechos que se habían negado usando muchas veces hasta el nombre de un supremo creador. Una de esas grandes victorias fue la conquista de los derechos civiles y libertades básicas en la memorable revolución francesa. Mientras los derechos económicos, sociales y culturales, aún están por conquistar o ser disfrutados plenamente.

  Las clases políticas conservadoras nos han hecho creer que los derechos civiles y las libertades individuales son más importantes o mucho más valiosos que los derechos económicos, sociales y culturales. Es decir la libertad de expresión, de pensamiento, de conciencia, de religión, de poder elegir y ser elegido y un largo etcétera, son más importantes que los derechos vinculados a la satisfacción de las necesidades básicas en ámbitos como, la alimentación, la salud, la vivienda, la educación, el trabajo,  la seguridad social, la cultura, el agua y el medio ambiente. Por eso sus medios de comunicación elevan la voz al cielo, cuando un gobierno vulnera los derechos civiles y las libertades individuales, pero callan sistemáticamente o muestran una vil hipocresía ante  la carencia de los derechos económicos, sociales y culturales, expresados en hambre, desnutrición, mortalidad infantil y materna, analfabetismo, desempleo, ausencia de servicios básicos, de una vasta población.   

Esa misma prensa se nutre de estas carencias solo para rellenar sus pantallas y páginas sensacionalistas. Difunden programas radiales y televisivos que muestran violencia y muerte, secuela de la carencia de medios de subsistencia, de la educación y la salud.  El denominado “cuarto poder” defiende y promociona encarecidamente este sistema de desigualdades, para luego aprovechar de sus limitaciones y sus miserias,  haciendo del agudo problema,  un verdadero círculo vicioso.

Efectivamente de las mayores debilidades de nuestra fallida democracia es la falta de un periodismo serio, independiente y comprometido con el bien común.

 Definitivamente, sólo los hombres que verdaderamente logran ejercer los derechos económicos, sociales y culturales en forma plena, pueden ejercer los otros derechos de la misma manera. La realización de la persona no se concibe al revés. No se puede ejercer los derechos civiles, políticos y las libertades individuales con los pies descalzos, con los estómagos vacíos, en condiciones de analfabetismo o semianalfabetismo o en hacinamiento, precariedad y promiscuidad.  Pero el sistema imperante ha logrado que los que carecen de estos derechos elementales, defiendan los otros derechos como si fueran suyos, cuando en realidad no lo son.

   Pero no es la primera vez. A través de la historia las clases dominantes inventaron teorías y doctrinas para justificar la esclavitud, la servidumbre, la expulsión de las tierras a sus propios dueños, la trata de personas, el racismo, la exacción y el saqueo de recursos naturales, las guerra y el negocio del opio  para beneficiarse. Por eso no llama la atención que en la actualidad hayan recurrido a métodos más sutiles pero más poderosos para adueñarse de nuestra conciencia. Los pobres, los descalzos, los famélicos, los harapientos defienden ardorosamente aquellos derechos que disfrutan los otros, dejando de lado los otros derechos en donde empieza la verdadera humanidad.

   Las cartas magnas y las normas constitucionales defienden las libertades individuales, los derechos civiles, políticos e individuales y ciertamente a los derechos económicos, sociales y culturales, por lo menos en teoría. No obstante cuando el poder y las autocracias quebrantan los derechos civiles, políticos e individuales, incluso algunas grandes leyes facultan la insurrección a los ciudadanos para reconquistar los derechos vulnerados.  Empero cuando se trasgrede perpetuamente  los derechos económicos, sociales y culturales, las instancias supranacionales, los poderes del estado, los niveles de gobierno y las  instituciones  que defienden el sistema democrático  no hacen la misma apología de estos derechos fundamentales, cuando en realidad, son los que garantizan la sobrevivencia y la dignidad  la de la especie humana.

  



 Sin lugar a dudas la primera defensa y conquista ciudadana debería de ser, la de los derechos económicos, sociales y culturales para garantizar la integridad y bienestar del hombre. Sobre estos se debe asegurar el ejercicio de los derechos civiles, políticos e individuales. No se comprende el ejercicio parcial de los derechos. Solo cuando se complementan ambos ejercicios se puede afirmar, que el hombre ha alcanzado la verdadera libertad y dignidad humana. 




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