ENTRE LAS LIBERTADES INDIVIDUALES, LOS DERECHOS
CIVILES, POLITICOS E INDIVIDUALES Y LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y
CULTURALES.
Aquella vez un mago
conservador pero altruista, quiso exponer sus habilidades en un barrio pobre y
marginal. Congregó a su alrededor una multitud de niños e instaló sus
pertrechos e hizo diversos actos de magia, divirtiendo y sorprendiendo a los
pequeños y a los pocos adultos aglomerados.
El artista luego se marchó feliz y ensimismado, creyendo haber cumplido
con su conciencia, mientras los pequeños se quedaron quejosos porque creyeron
que después de la presentación iban a recibir algún mendrugo que saciaría su
hambre voraz.
La conquista de los derechos humanos, ha
sido una permanente lucha de los hombres en contra de los otros de su propia
especie. Este conflicto se ha extendido largos siglos y quizás algunos
milenios. El hombre con el advenimiento
del estado y la diferenciación de las clases sociales estableció un conjunto de
mecanismos para asegurar el perpetuo estado de bienestar de unos a costa de los
otros. Sin embargo a través de luchas a veces pacíficas y otras violentas fueron
recuperando algunos derechos que se habían negado usando muchas veces hasta el
nombre de un supremo creador. Una de esas grandes victorias fue la conquista de
los derechos civiles y libertades básicas en la memorable revolución francesa.
Mientras los derechos económicos, sociales y culturales, aún están por
conquistar o ser disfrutados plenamente.
Las clases políticas conservadoras nos han
hecho creer que los derechos civiles y las libertades individuales son más importantes
o mucho más valiosos que los derechos económicos, sociales y culturales. Es
decir la libertad de expresión, de pensamiento, de conciencia, de religión, de
poder elegir y ser elegido y un largo etcétera, son más importantes que los
derechos vinculados a la satisfacción de las necesidades básicas en ámbitos
como, la alimentación, la salud, la vivienda, la educación, el trabajo, la seguridad social, la cultura, el agua y el
medio ambiente. Por eso sus medios de comunicación elevan la voz al cielo, cuando
un gobierno vulnera los derechos civiles y las libertades individuales, pero
callan sistemáticamente o muestran una vil hipocresía ante la carencia de los derechos económicos,
sociales y culturales, expresados en hambre, desnutrición, mortalidad infantil
y materna, analfabetismo, desempleo, ausencia de servicios básicos, de una
vasta población.
Esa misma prensa se nutre de estas
carencias solo para rellenar sus pantallas y páginas sensacionalistas. Difunden
programas radiales y televisivos que muestran violencia y muerte, secuela de la
carencia de medios de subsistencia, de la educación y la salud. El denominado “cuarto poder” defiende y
promociona encarecidamente este sistema de desigualdades, para luego aprovechar
de sus limitaciones y sus miserias, haciendo del agudo problema, un verdadero círculo vicioso.
Efectivamente de las mayores debilidades
de nuestra fallida democracia es la falta de un periodismo serio, independiente
y comprometido con el bien común.
Definitivamente, sólo los hombres que
verdaderamente logran ejercer los derechos económicos, sociales y culturales en
forma plena, pueden ejercer los otros derechos de la misma manera. La realización
de la persona no se concibe al revés. No se puede ejercer los derechos civiles,
políticos y las libertades individuales con los pies descalzos, con los
estómagos vacíos, en condiciones de analfabetismo o semianalfabetismo o en
hacinamiento, precariedad y promiscuidad.
Pero el sistema imperante ha logrado que los que carecen de estos derechos
elementales, defiendan los otros derechos como si fueran suyos, cuando en
realidad no lo son.
Pero no es la primera vez. A través de la
historia las clases dominantes inventaron teorías y doctrinas para justificar
la esclavitud, la servidumbre, la expulsión de las tierras a sus propios
dueños, la trata de personas, el racismo, la exacción y el saqueo de recursos
naturales, las guerra y el negocio del opio para beneficiarse. Por eso no llama la
atención que en la actualidad hayan recurrido a métodos más sutiles pero más
poderosos para adueñarse de nuestra conciencia. Los pobres, los descalzos, los
famélicos, los harapientos defienden ardorosamente aquellos derechos que
disfrutan los otros, dejando de lado los otros derechos en donde empieza la
verdadera humanidad.
Las cartas magnas y las normas
constitucionales defienden las libertades individuales, los derechos civiles,
políticos e individuales y ciertamente a los derechos económicos, sociales y
culturales, por lo menos en teoría. No obstante cuando el poder y las
autocracias quebrantan los derechos civiles, políticos e individuales, incluso
algunas grandes leyes facultan la insurrección a los ciudadanos para
reconquistar los derechos vulnerados. Empero cuando se trasgrede perpetuamente los derechos económicos, sociales y
culturales, las instancias supranacionales, los poderes del estado, los niveles
de gobierno y las instituciones que defienden el sistema democrático no hacen la misma apología de estos derechos
fundamentales, cuando en realidad, son los que garantizan la sobrevivencia y la
dignidad la de la especie humana.
Sin lugar a dudas la primera defensa y conquista ciudadana debería de
ser, la de los derechos económicos, sociales y culturales para garantizar la
integridad y bienestar del hombre. Sobre estos se debe asegurar el ejercicio de
los derechos civiles, políticos e individuales. No se comprende el ejercicio
parcial de los derechos. Solo cuando se complementan ambos ejercicios se puede
afirmar, que el hombre ha alcanzado la verdadera libertad y dignidad humana.
HERMOSO CUENTO.
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