jueves, 8 de octubre de 2020

DECONSTRUYENDO UNA IDENTIDAD

 

DECONSTRUYENDO UNA IDENTIDAD.

(Hijo, no hables quechua, malogras tu castellano)

Nuestro personaje nace en una comunidad cualquiera del ande,  de la amazonia o de alguna zona periférica de las grandes ciudades costeñas.   De padres  generalmente pobres  y con mediana o escasa educación.  Al infante  le  asignan un nombre extranjero, de un  protagonista de una película taquillera, de algún galán de telenovela o de algún personaje famoso, pero que no tiene relación con su contexto familiar o cultural. Al iniciar su lenguaje oral aprenderá a hablar en una lengua oficial y dominante, distinta a la suya y ajena a sus orígenes ancestrales. Los padres saben que el uso de su idioma los califica como sujetos de segunda categoría. Sus primeros juguetes si son mujeres, son muñecas esbeltas, rubias o con facciones occidentales, si son varones tendrán muñecos de superhéroes caucásicos, fuertes y valientes que se dedican a impartir justicia y bien en la humanidad.

Aprende a rezar ante un dios e íconos blancos, omnipotentes y perfectos. La religión panteísta  ancestral es insignificante,  sus dioses,   los cerros, las lagunas, los ríos y otros elementos de la naturaleza, no tienen valía, aunque sus antepasados los amaban,  los protegían y de igual forma recibían igual amparo.

De niño, concurre a la escuela, en donde estudia un conjunto de materias científicas, humanísticas y artísticas, pero que ninguna revalora su lengua, historia y cultura local, porque predomina la cosmovisión eurocentrista y occidental, ergo  carece de valor la cultura propia, dicen que es anacrónica,  retrógrada y causa atraso, en la modernidad impuesta. Las primeras sesiones de aprendizaje de los niños y niñas se desarrollan en muchos casos en un idioma que no les pertenecen y no lo entienden. Sus primeras lecturas son cuentos e historias concebidos y escritas en lejanas naciones, con protagonistas y textos ajenos a su realidad e intereses, cuando su literatura oral es rica y vasta.  Los medios de comunicación, en especial la televisión se encarga de difundir programas con contenido insípido y violento, conducido por personas que dicen ser referentes de la belleza física, pero que no cultivan mínimamente el trabajo intelectual. La música y las artes practicadas en la escuela y en la comunidad son mayormente trasplantadas de lugares remotos o del gusto de los sectores dominantes. La colorida vestimenta nativa va siendo desplazada por ropajes que no tiene relación con el clima, su comodidad y bienestar. El uso del traje tradicional es símbolo de pobreza y exclusión. Nuestro sujeto ve extasiado  numerosas películas en donde un titán o un solo superhéroe blanco, extermina solo a decenas de indios, asiáticos y africanos. 

Cuando nuestro protagonista arriba a la adolescencia, la enseñanza media fortalece la construcción de la ajena identidad. Los referentes de belleza masculina y femenina siguen siendo blancos u occidentales. El jovencito quiere asemejarse a este patrón cultural recurriendo a los tintes y aun a las cirugías, sabe que los cuerpos robustos,  las pieles amarillas y oscuras no tienen lugar ni valor en este mundo unicultural. La música extranjerizante bombardea todos los medios de comunicación,  aun con su estridente ritmo y mediocres letras. La música ancestral es desplazada por sonidos extraños e interpretados en lenguas desconocidas.  Por eso este adolescente crecido en las grandes ciudades, se sienten otro,  ha desarrollado prejuicios contra lo andino, quechua y amazónico, aun teniendo rasgos físicos nativos que los delata,  o siendo descendientes de padres oriundos de estas regiones.

En la  juventud, luchará por una urgente movilización social, direccionará sus estudios superiores que garantice un buen empleo.  Si tiene éxito económico planeará unirse para procrear hijos con una persona de rasgos caucásicos y “mejorar la raza”. Como forma parte del modelo imperante económico,  aspirará a un trabajo bien remunerado y optar por un estilo de vida oficial; una casa, un vehículo y una mujer bonita.  Si la honestidad y los escrúpulos no le acompañan, seguramente formará su propia empresa para contratar con el estado y beneficiarse de manera indefinida a costa del erario nacional. Pero si nuestro individuo no alcanza sus metas y es pobre,  igualmente buscará todo los medios legales y prohibidos para hacerse de una vida cómoda, a semejanza del estilo de vida establecido.

Cuando sea padre o madre, esta historia se repetirá con la crianza de su vástago, claro que con un afán decuplicado para que borren de su memoria todo rezago de su pertenencia a la cultura ancestral. Finalmente terminará siendo otro, cuando en realidad no lo es.  

Los valores de reciprocidad y solidaridad de su cultura son reemplazados insistentemente por el individualismo y la excesiva ambición. La cooperación y ayuda en el trabajo son sustituidas por sistemas de labores en donde la competencia se impone y el compañerismo desaparece.  De igual forma el respeto por el  ambiente termina, porque en los cerros y apus andinos y amazónicos solo ven materia prima, olvidando el gran valor espiritual que le asignaban los antiguos pobladores y dueños de estas localidades.

 



2 comentarios:

  1. Hay mucha gente en el congreso que tiene ese perfil al qué haces referencia, gente que no tiene identidad, gente que no tiene amor propio, gente al que solamente le importa llenar sus bolsillos, y no le importa mentir con tal de lograr sus barra asadas...

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  2. No necesariamente tiene que ser así profesor Fredy. Por ejemplo yo hablaba quechua aunque a mi abuela no le parecía,me encantaba hablar, cantar escribir poesía... depende de las personas del lugar, yo siempre me sentí sanluisina a pesar de haber nacido en Lima; ahora no sé si me gusta, la imposición no lleva a nada solamente es pura burocracia del gobierno de turno...

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