LAS SIETE PLAGAS QUE
ASOLAN…………… HUARAZ.
(A PROPOSITO DE LA CICLOVIA)
Probablemente,
este aniversario, no es el momento ideal para hacer reproches a los ciudadanos
y a las autoridades que creen gobernar. Seguramente en vez de sermones, esta
ciudad que nos acoge merece elogios y
aplausos, pido perdón que en mi calidad
de hijo adoptivo escriba críticas en vez de alabanzas, no obstante, es una forma de amar y cuidar esta urbe, porque los cumpleaños son también tiempos
para reflexionar lo que hemos y no hemos hecho y lo falta por hacer.
En estos largos
años de existencia, Huaraz, tiene la
desventura de arrastrar diversos
problemas, a pesar de estar enclavada en una de las zonas más hermosas y
singulares del planeta. Su incomparable paisaje, sus bendecidas aguas
abundantes y diáfanas, su cielo turquesa adornado por albas nubes, su aire
límpido que la envuelve, su clima benigno y auspicioso y sus campiñas que se extienden hacia el
Callejón de Huaylas, son motivos suficientes para que sea una de las ciudades más
atractivas de esta patria que tanto amamos.
No obstante,
en estas últimas décadas principalmente, ha sido invadida por graves problemas,
como si fueran plagas que se multiplican y fortalecen. La mayor pena y
frustración, es que ni autoridades, ni los
ciudadanos, quieren combatirlas o
resolverlas permitiendo que se conviertan en
habituales, como si fuera parte de la vida e historia de la capital de
la región, cuando verdaderamente no es así. Los siguientes, son los azotes que asolan esta acogedora
ciudad.
La primera
plaga y la causante de todas las demás. Son las autoridades ineptas y corruptas
que creen gobernar. Sin sensatez, inteligencia y visión. Por sus manos han
pasado decenas de millones de soles, sin embargo, no ha quedado un sola obra
importante y significativa, que resuelva tantas carencias que agobian. No han
sido capaces de construir un hospital, un terminal, un metro de infraestructura
vial, sin embargo muchas fortunas privadas se decuplicaron, muchos bolsillos y
cuentas se colmaron a costa del desorden
y el incierto futuro de la urbe.
La segunda
plaga es la contaminación ambiental, expresada en el arrojo irracional de
desechos sólidos en el campo y los ríos. Es penoso contemplar las contaminación
absoluta del rio Santa, el Hatun Mayu de nuestros ancestros, el más importante
de la cuenca del Pacifico. Hoy discurre
exánime y agonizante, secuela de
diversos residuos que arrojan en todo su recorrido. La misma historia le tocará
al Quillcay, indispensable fuente de vida, si no se toman las medidas
correctivas ahora. Por demás esta señalar la contaminación de los suelos en la
ciudad y las áreas rurales, que los vientos y los hombres se encargan de esparcir sin remordimiento.
Una tercera
plaga, es el caos vehicular y la falta de infraestructura vial. Las autoridades locales nunca gestionaron para
el largo plazo en este rubro. En las últimas décadas, se ha construido muy
poca infraestructura vial. Las únicas vías que descongestionan medianamente el
tránsito, son las avenidas Confraternidad Este y Oeste, la primera aun
inconclusa, pese a la bonanza económica pasada. Mientras tanto, se ha
incrementado el parque automotor de manera sideral. A esto hay que añadir otro
infortunio, la intrusión de mototaxis
que han invadido la ciudad, ignorando
las reglas de tránsito y toda de norma de convivencia urbana. Las calles
de Huaraz se han convertido en
estacionamientos gigantescos y gratuitos. A esto hay que añadir la descomunal
insensatez de implementar las “ciclovías”, denotando la absoluta ineptitud y sentido común de las autoridades.
La cuarta
plaga es el crecimiento del comercio
informal y ambulatorio. Esta actividad se ha adueñado de la ciudad. En fechas
importantes, las principales calles son
tomadas y convertidas en bulliciosas ferias. El comercio formal, igualmente, en algunas zonas se ha apropiado
las veredas y espacios adyacentes, mientras los transeúntes exponen su
integridad física, lidiando con diferentes tipos de vehículo en su
desplazamiento diario. Las avenidas principales están atiborradas de letreros,
paneles y otros tipos de publicidad, que deteriorando el ornato.
La quinta plaga es el caótico crecimiento urbano. Existen barrios que a pesar de ser recientes constituyen un verdadero problema. Han proliferado edificaciones altas, con calles angostas y vehículos estacionados. El distrito de independencia no tiene una plaza, carece de un local para el gobierno edil, no posee áreas verdes y de esparcimiento. Mientras en Huaraz, el crecimiento urbano vertical han sobrepasado las recomendaciones de especialistas, ya que la zona es azotada por fenómenos de carácter sísmico. La ciudad carece de suficientes avenidas longitudinales que puedan dinamizar nuestro tránsito caótico.
La sexta
plaga es el desborde frecuente de
las aguas servidas. Las lluvias colapsan el alcantarillado, inundan las calles y veredas con aguas
turbias y fétidas que los vehículos se encargan de esparcir. Esto se produce como secuela que muchos conciudadanos han instalado en forma
irresponsable los desagües pluviales de sus domicilios a las tuberías de las aguas
servidas. En este desastre se incluyen los desagües de las áreas y locales de
servicios de salud, que como se pueden
imaginar, contiene diferentes tipos de microorganismos y bacterias altamente
dañinos. A la fecha no ha habido una sola autoridad que haya abordado y
enfrentado este agudo problema
La séptima
plaga
es la invasión de los canes. Decenas de perros habitan en las
calles, causando zozobra a los transeúntes y en general a aquellos que se
desplazan en motocicletas y bicicletas lineales. Muchos de estos pobres animales no tienen
dueño, vagan en las calles, mientras en otros casos, los propios vecinos crían sus
mascotas en forma indolente en los espacios exteriores a sus domicilios. No hay una cuadra que no
esté infestada de sus desechos. Igualmente constituye un problema de salud
pública que las autoridades parecen no percibir ni entender.
Los que
gobiernan la capital de la región, se encuentran en el limbo, muy lejos de la realidad. No comprenden su
rol, menos la magnitud de estos agudos problemas. Creen seguramente vivir en una ciudad segura,
limpia y ordenada, cuando diversos flagelos se están desbordando, nadie toma decisiones para reorientarlos o
resolverlos definitivamente.