sábado, 11 de octubre de 2025

13 DE OCTUBRE

 

13 DE OCTUBRE DE 1987

(Un hito en la historia de la lucha sindical de la provincia)

La década del setenta y del ochenta del siglo pasado, fueron épocas de presencia y auge del movimiento sindical peruano, al amparo del crecimiento de los movimientos e ideologías de izquierda. Los gremios de trabajadores estuvieron muy organizados. Los sectores de la minería, industria, agricultura, magisterio, salud, por citar algunos, tuvieron notable presencia en el escenario político nacional. Las huelgas eran frecuentes, enarbolaban reivindicaciones salariales y cumplimiento de derechos laborales.  Esta efervescencia social y política se fue difundiendo por todo el pais, incluyendo a provincias y distritos lejanos como el nuestro.

Una de las primeras huelgas, convocadas desde el SUTEP, fue la de julio de 1972. Si bien no trascendió esta medida de lucha en nuestra localidad, sin embargo, para el gobierno militar, San Luis, fue considerado como lugar de castigo para los dirigentes gremiales, por la lejanía y la falta de vías de comunicación para arribar al distrito. Uno de los castigados debería ser el dirigente nacional Julio Armacanqui. (1) .

Para la huelga magisterial de 1977, el sindicato local se había consolidado, habían arribado docentes de diferentes partes del país, con una clara conciencia de clase social y laboral.  También se habían unido indistintamente maestros de izquierda y del APRA, (este partido todavía era progresista en esa época) para impulsar la medida de protesta. De esas marchas nacería el nombre del único puente en el Perú que lleva el de SUTEP (2).

No siempre los sanluisinos y la ciudadanía fueron tolerantes e indiferentes con el desgobierno, la corrupción, la ineptitud y la desidia en todo nivel e instancia de gobierno. Alguna vez los paisanos entre letrados y no letrados, profesionales y no profesionales, propios y extraños, supieron organizarse y protestar, valientemente, ante la prepotencia, el nepotismo, el manejo poco transparente de las arcas fiscales por las autoridades de turno. Una de las fechas de mayor recordación es del 13 de octubre del año de 1987, en pleno primer gobierno de Alan García.

Efectivamente en la fecha señalada, se desarrollaba un paro nacional convocado por la Confederación Nacional de Trabajadores del Perú (CGTP) contra el gobierno de García. La confederación albergaba distintos sindicatos de trabajadores de izquierda. Entre ellas de la del SUTEP. En San Luis, fue apoyado en forma total por el SUTEP provincial y a esto se sumaría el FEDIP o Frente de Defensa de los Intereses del Pueblo (3), integrado también por jóvenes y progresistas maestros. El paro fue total. Por primera vez se observaban nutridas movilizaciones, en las polvorientas y solitarias calles del distrito, enarbolando discursos y lemas por la defensa de la justicia y derechos gremiales. Mientras se desarrollaba la manifestación, ese memorable 13 de octubre, algunos dirigentes invitaron a las autoridades a cooperar con la causa magisterial. Naturalmente algunas instituciones oficiales estaban en contra del movimiento sindical, llámese Subprefectura y la Guardia Civil por ejemplo (4). Los manifestantes en el fragor de la lucha, maltrataron sacando de sus oficinas a algunas autoridades, entre ellas a la subprefecta y a la jefa de la reciente instalada oficina del Instituto de Seguridad Social (hoy ESSALUD), ambas reconocidas militantes apristas.  

La reacción de las autoridades afectadas fue inmediata y teñida de venganza, en un pueblo pequeño, en donde todos somos parientes, amigos, o al menos conocidos. Los lideres, docentes de la localidad, fueron denunciados por terrorismo ante el Ministerio del Interior. Esta queja era realmente grave, por cuanto que, en esa coyuntura, la violencia subversiva había crecido notablemente. El estado los perseguía sin tregua para la inmediata captura de los sospechosos. Luego periodos de interrogatorio (incluso de tortura) y encarcelamiento seguro e indefinido. Es cierto que los mencionados docentes simpatizaban con la izquierda, pero estaban lejos, muy lejos del fenómeno subversivo. Agudizaba la situación, porque los denunciantes eran gente muy cercana al gobierno aprista de ese periodo. Por lo tanto, poseían mucho poder e influencia.

Teniendo noticias que iban a ser capturados, los docentes, con apoyo del párroco, se introdujeron a la iglesia del pueblo, en donde los perseguidos permanecieron aproximadamente una semana. Aseguraron con maderas y muebles las entradas del templo, impidiendo el ingreso de los agentes de la policía para realizar las capturas de los supuestos revoltosos. El respeto e independencia de la religión y su infraestructura, evitaron la captura, pese a la vigilancia y esfuerzo de las fuerzas del orden.  Mientras tanto los vecinos y parientes cercanos socorrieron con vituallas y abrigo a los maestros, que en la perspectiva de la población se habían convertido en víctimas del poder político local.

Durante el forzado encierro, la policía los seguía acechando. Entretanto crecía la ira de las autoridades supuestamente maltratadas que sentían impotencia ante la imposibilidad de la captura de sus ofensores. Los docentes en este tiempo se dedicaron a la lectura y otros pasatiempos para mitigar el aburrimiento del largo y obligado aislamiento.

En el transcurso de los días, el gobierno local, el párroco del pueblo, interpusieron la mediación del conflicto en la ciudad de Huari. Los representantes del Ministerio Público y la Guardia Civil, constataron la inexistencia de delitos contra las autoridades como para ser perseguidos y encarcelados.

Salieron los dirigentes del encierro, maltrechos, barbados y con algunos kilos de menos. La inadecuada alimentación, el frio del inmenso espacio litúrgico y principalmente la preocupación por las graves denuncias había deteriorado la salud física de los dirigentes. El colofón de este episodio fue el cierre de la Oficina del Seguro Social en San Luis, como represalia por desafiar el poder de las autoridades locales.  No se volvió a abrir hasta hoy este importante servicio médico, pese al considerable número de contribuyentes.

Han transcurrido 48 años de este hito de la historia sindical en nuestro distrito. En este lapso, no se ha producido un acontecimiento de igual dimensión y características, pese a que, en la década de los noventa, se produjeron numerosas huelgas durante el fujimorato. En la actualidad, conforman el sindicato provincial, profesores sin visible procedencia y orientación política, que en las elecciones votan indistintamente por candidatos de canteras opuestas.  Esa conciencia de clase, la identificación del maestro con su gremio, se fueron diluyendo en el tiempo. Mientras el sindicato nacional, el combativo SUTEP, no es mas que un puñado de docentes enquistados en la cúpula, estos dirigentes que no representan a nadie, pero no quieren desprenderse del dinero de los maestros que ingresa mensualmente a través de la Derrama Magisterial. 

 

(1)   Julio Armacanqui fue uno de los lideres fundadores del SUTEP. Tomó una alternativa pro china, en vista que la izquierda peruana se había alineado con el socialismo soviético. De aquí nacería Patria Roja, movimiento que ha manejado el gremio por décadas, causando mucho daño al sindicalismo magisterial.

(2)   Ver el artículo Puente SUTEP, en el bloq Pirushtu el Mirador publicado en octubre del 2024.

(3)   Los Frente de Defensa de los Intereses del Pueblo (FEDIP) fueron instituciones creadas en la década del ochenta como medios la vigilancia de la gestión de gobiernos locales y regionales. Fueron capaces de convocar huelgas y paros, incluso deponer autoridades. En la actualidad aún existen en algunos pueblos y ciudades, pero sin la fuerza y convocatoria de otros tiempos.

(4)   La Policía Nacional del Perú, es una institución de reciente creación (por lo menos en el nombre), se debe a la unificación de la Guardia Civil, la Guardia Republicana y la Policía de Investigaciones del Perú en diciembre de 1988.



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