SAN
SEBASTIAN
San Sebastián,
es el nombre del Patrón de la Comunidad de Colpa, pero los pobladores le
llaman por su diminutivo en quechua de “Taita Shiwa”. Es un santo que nos
recuerda la conversión, de un soldado
pagano romano, a defensor de Cristo y de la religión cristiana. Cuando este
legionario fue descubierto con tales creencias le castigaron cruelmente, fue saeteado sin misericordia atado a un madero. Sin embargo sobrevivió a las numerosas
heridas, según dice la historia, protegido y cuidado por la Virgen María.
Posteriormente le apalearon hasta causarle la muerte, en vista que seguía
profesando la fe cristiana.
El
soldado fue santificado posteriormente, ahora el santo permanece en su altar
conservando la forma en que fue castigado, es decir atado a un tronco vertical,
que se encuentra detrás de su cuerpo. La mano izquierda está amarrada al tronco
sobre de su hombro detrás de su cabeza, mientras la mano derecha, está atada
detrás de la cintura en el mismo madero. Sin lugar a dudas, representa la
tortura que infringieron las autoridades romanas, a aquellas personas que
practicaban religiones ajenas a las del estado imperial.
San Sebastián
como hemos señalado, es el Patrón de la hospitalaria Comunidad de Colpa, una localidad pequeña al norte del distrito de
San Luis. Festejan su fiesta el 27 de enero de todos los años. Esta celebración
congrega a propios y extraños y es el inicio de los carnavales en esta parte de
los andes. Los concurrentes se divierten tirándose bellotas, mojando con agua,
untándose con harinas, lanzándose cáscaras de frutas, en fin, llenando de algarabía y júbilo la
pequeña plazuela, pero a veces, se
producen peleas y grescas multitudinarias.
Se cree
que las ataduras de San Sebastián, asegura la paz y tranquilidad en los
festejos. Las autoridades comunales se encargan de vigilar que las muñecas del
santo se encuentren amarradas; porque si se desajusta o se desatan se producen
irremediablemente enfrentamientos campales. No faltan aquellos socarrones que
se dedican a burlar a las autoridades y dejar en libertad las muñecas de Taita
Shiwaco. Cuentan que un
paisano animado por el licor y deseando divertirse a costa ajena, sobornó al
cuidador con un poco de chicha y alcohol y liberó los amarres del santo. Luego
el pendenciero, se
dirigió a su grupo a seguir libando, esperando con impaciencia el inicio de una
gresca, que generalmente es protagonizado por campesinos ganados por el licor.
No pasó
mucho tiempo, cuando el mismo pícaro desató una agria y acalorada discusión con
su propio hermano, luego derivó en una furibunda pelea. Naturalmente se sumaron
a la riña, los amigos
y parientes políticos de cada contrincante. Salieron a relucir puñetes,
puntapiés, palazos y hasta pedradas. La pelea tomaba ribetes de batalla y la
agresión era indistinta. Hasta que alguien corrió a la modesta capilla para
atar las muñecas del santo. La paz no demoró en llegar. Fue una excelente lección del santo, para
conservar la tranquilidad de su fiesta.
(1) La palabra Colpa proviene del
término quechua qullpa, que pronunciamos gollpa. La palabra significa fuente
con aguas saladas. Es probable que en algún lado de la comunidad exista este
regalo de la naturaleza, en donde los animales abrevan para compensar la
deficiencia de sales de su alimentación.
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