sábado, 30 de enero de 2016

LA FIESTA DE COLPA




SAN SEBASTIAN

San Sebastián,  es el nombre del Patrón de la Comunidad de Colpa, pero los pobladores le llaman por su diminutivo en quechua de “Taita Shiwa”. Es un santo que nos recuerda la conversión,  de un soldado pagano romano, a defensor de Cristo y de la religión cristiana. Cuando este legionario fue descubierto con tales creencias le castigaron cruelmente, fue saeteado sin misericordia atado a un madero.  Sin embargo sobrevivió a las numerosas heridas, según dice la historia, protegido y cuidado por la Virgen María. Posteriormente le apalearon hasta causarle la muerte, en vista que seguía profesando la fe cristiana.

El soldado fue santificado posteriormente, ahora el santo permanece en su altar conservando la forma en que fue castigado, es decir atado a un tronco vertical, que se encuentra detrás de su cuerpo. La mano izquierda está amarrada al tronco sobre de su hombro detrás de su cabeza, mientras la mano derecha, está atada detrás de la cintura en el mismo madero. Sin lugar a dudas, representa la tortura que infringieron las autoridades romanas, a aquellas personas que practicaban religiones ajenas a las del estado imperial.

San Sebastián como hemos señalado, es el Patrón de la hospitalaria Comunidad de Colpa,  una localidad pequeña al norte del distrito de San Luis. Festejan su fiesta el 27 de enero de todos los años. Esta celebración congrega a propios y extraños y es el inicio de los carnavales en esta parte de los andes. Los concurrentes se divierten tirándose bellotas, mojando con agua, untándose con harinas, lanzándose cáscaras de frutas, en fin,  llenando de algarabía y júbilo la pequeña plazuela, pero a veces,  se producen peleas y grescas multitudinarias.

Acostumbrábamos festejar con el plantando del famoso chiwalo (2), nombre que se da al árbol (de aliso o capulí) adornado con juguetes, serpentinas, panes y frutas principalmente, aunque en la actualidad se le han añadido ropas y utensilios. Recuerdo que a la caída del árbol se abalanzaba un grupo de personas para recoger los adornos, muchas veces causando golpes y contusiones a los mas vulnerables. El chiwalito era un encuentro entre paisanos en donde bailaban, cantaban, reían, jugaban con mucha alegría y decencia. En esta fiesta, también, era tradición la presentación del baile “Los Negritos” generalmente participábamos niños y adolescentes cantando y bailando en honor al Tayta Shiwaco. 

Esta fecha representa también el encuentro de pobladores de la yunga y de la halka, el hombre andino como emprendedor nato, traslada sus productos y espontáneamente se desarrollaba una pequeña feria. Los alimentos, las bebidas, las frutas, las plantas medicinales tradicionales de cada piso ecológico se expendían con algarabía y colorido.(3) Así se demostraba aquella interdependencia milenaria entre los pobladores del ande que venían desde las zonas cálidas y las regiones frías. Era una hermosa fiesta. Aquí también era el primer encuentro de los alcaldes pedáneos (4), autoridades comunales hoy lamentablemente desaparecidas. 

Se cree que las ataduras de San Sebastián, asegura la paz y tranquilidad en los festejos. Las autoridades comunales se encargan de vigilar que las muñecas del santo se encuentren amarradas; porque si se desajusta o se desatan se producen irremediablemente enfrentamientos campales. No faltan aquellos socarrones que se dedican a burlar a las autoridades y dejar en libertad las muñecas de Taita Shiwaco.  Cuentan que un paisano animado por el licor y deseando divertirse a costa ajena, sobornó al cuidador con un poco de chicha y alcohol y liberó los amarres del santo. Luego el pendenciero,   se dirigió a su grupo a seguir libando, esperando con impaciencia el inicio de una gresca, que generalmente es protagonizado por campesinos ganados por el licor.




No pasó mucho tiempo, cuando el mismo pícaro desató una agria y acalorada discusión con su propio hermano, luego derivó en una furibunda pelea. Naturalmente se sumaron a la riña,   los amigos y parientes políticos de cada contrincante. Salieron a relucir puñetes, puntapiés, palazos y hasta pedradas. La pelea tomaba ribetes de batalla y la agresión era indistinta. Hasta que alguien corrió a la modesta capilla para atar las muñecas del santo. La paz no demoró en llegar.  Fue una excelente lección del santo, para conservar la tranquilidad de su fiesta.

(1)    La palabra Colpa proviene del término quechua qullpa, que pronunciamos gollpa. La palabra significa fuente con aguas saladas. Es probable que en algún lado de la comunidad exista este regalo de la naturaleza, en donde los animales abrevan para compensar la deficiencia de sales de su alimentación. 

(2) El término chiwalo, incluso se le llamó wachwalito, es el nombre nativo en la localidad del arbolito de carnaval en donde nos divertíamos. La palabra yunza, cortamente (hoy extendida a yunzada) es de uso reciente. Sería interesante que conservemos los términos que nos regalan características propias como comunidad para conservar y fortalecer nuestra identidad.

(3) Proveían frutas como la chirimoya, el pacae, la lúcuma, bebidas como la chicha de jora y de molle, la morada de maíz y la blanca de maní. Entre los alimentos el infaltable picante de cuy, el sancochado, el chocho, la salsa de lechuga con jamón. Entre las hierbas medicinales de la altura, se observaba, el koyal, la salviá, hirka orégano, culantrillo pozo, llankawashi, escorzonera, etc.

(4)  Ver el artículo “Los Alcaldes Pedáneos” en el bloq Pirushtu el Mirador. 



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