DEL AUTORISTARISMO PEDAGÓGICO AL DESBORDE ESCOLAR
Hasta aproximadamente medio
siglo, en materia educativa y específicamente pedagógica se siguió trabajando
con una metodología tradicional. El mundo había revolucionado en todas las
esferas de la ciencia, la tecnología, el arte y toda manifestación de la vida
humana. Las sociedades se habían transformado y evolucionado tanto, que sería
difícil entender las características que poseían hace un siglo por ejemplo los sistemas de comunicación. No obstante en educación, se seguía laborando y
aun se continúa con viejos métodos que no favorecen el logro pleno de los aprendizajes.
El trabajo en aula se caracterizó
por un excesivo protagonismo docente, quien imprimía una fuerte huella en el
desarrollo de las sesiones de aprendizaje. La labor del profesor era
básicamente discursiva, activa, mientras y por el contrario los estudiantes
mantenían una activad de escucha pasiva. Se privilegiaba al aprendizaje por
memorismo, el almacenamiento de datos e información era prioritaria, pero sin
una reflexión y análisis importante sobre lo que se estaba aprendiendo, Paulo
Freyre la denominaba la educación bancaria (1).
El familiar término alumno, de
alguna manera refuerza esta concepción. Proviene del latin alumnus, que
significa alimentado (2). Esta concepción se relacionaba más a la enseñanza que
al aprendizaje, era muy usual entender el proceso educativo con llenar, colmar
algo que está vacío. Por otro lado este término en algunos casos ha sido mal
utilizado, aun por expertos en educación, se ha difundido que el termino alumno
proviene del latin ad luminus, que significa sin luz, fortaleciendo la visión
tradicional, señalando que el niño es un individuo sin luz y quien verdaderamente
ilumina a este ser con sus conocimientos y sabiduría es el profesor. Sin
embargo esta última versión carece de argumentos y no se considera verdadera.
Igualmente hasta hoy se suele
usar indistintamente “el dictado de clases”. El verbo dictar, (decir en voz
alta para que alguien al mismo tiempo lo vaya escribiendo generalmente haciendo
las pausas necesarias o convenientes) supone el cumplimiento del estudiante
respecto a los deseos, sugerencias o mandatos del profesor. Se debe entender
que las indicaciones del docente debían ser cumplidas por los estudiantes en
forma unilateral. No nos olvidemos que dictador
viene de verbo dictar. Por tanto el lenguaje pedagógico debe desterrar
definitivamente este vocablo, para señalar la conducción y guía de los
aprendizajes.
En la parte conductual de igual
forma, el autoritarismo fue notable. La letra entra con sangre, no solo estaba
dirigida al riguroso aprendizaje académico sino también para controlar y orientar
el comportamiento de los estudiantes. Bajo este principio se cometieron
verdaderos maltratos físicos y psicológicos contra los niños, niñas y
adolescentes. Además la señalada regla estaba rígidamente refrendada por la
familia y la comunidad. Todavía recordamos con dolor y escalofrío los
diferentes castigos que nos infringieron nuestros profesores, el temor, la
inseguridad era común en los ambiente escolares de la época.
A fines del siglo pasado no obstante,
al amparo de nuevas corrientes pedagógicas y la implementación de políticas
educativas de estado, esta difícil situación empezaría a transformarse. Por un
lado el decisivo rol del docente es reemplazado por el protagonismo escolar,
por el activismo del estudiante en la construcción de sus aprendizajes. La
educación es percibida como un trabajo centrado en los aprendizajes de los
estudiantes, mientras el docente solo debe cumplir el papel de guía y
facilitador de los procesos pedagógicos. El maestro que dicta se va convirtiendo en un mediador, transformando las aulas
rígidas y autoritarias, en ambientes democráticos, bulliciosos y
participativos. Hoy el estudiante construye su propio conocimiento opinando,
reflexionando y aun tomando posiciones distintas y hasta contrarias sobre una
determinada cuestión, lo cual se promueve y respeta. Por otro lado, el maltrato
físico y psicológico se ha tratado de desterrar en los ambientes escolares. Los
diálogos, las consejerías y la ayuda profesional se están introduciendo en los
ambientes escolares.
Hasta aquí existe coherencia y
claridad. El problema empieza cuando las recomendaciones pedagógicas y
conductuales colisionan con la realidad.
Esto no quiere decir que estemos de acuerdo con la educación
tradicional. Es verdad que los estudiantes han tomado un visible protagonismo
en clases, en buena hora. También se ha desterrado el autoritarismo docente,
mejor. No obstante hay una exagerada libertad de los niños, niñas y
adolescentes que nadie puede orientar ni controlar. No existen mecanismos y
estrategias reales de control de la conducta estudiantil. Muchas veces la autoridad del docente
expresado en disciplina y orden son entendidos como maltrato escolar, una
llamada de atención de parte de los profesores y el personal de apoyo
pedagógico es confundida con abuso de autoridad, de ahí que muy pocos docentes
se atreven a “enfrentar” a los estudiantes con conductas de riesgo, por el
temor natural de ser sancionados administrativa y penalmente.
En las Instituciones Educativas
Publicas, un buen porcentaje de escolares proceden de familias con problemas
complejos, muchos de ellos son hogares disfuncionales, en estado de orfandad,
con violencia y maltrato, con padres con altos niveles de consumo de alcohol, con
pobreza y pobreza extrema, dificultades muy serias que van marcando a los
niños, niñas y adolescentes y los hacen reacios hacia el cambio y a la buena
convivencia. Si bien las orientaciones
tutoriales promueven la práctica de diversos valores y el desenvolvimiento
ético, van siendo desterrados por el duro, conflictivo, individualista y
contexto social. Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de
información riegan sistemáticamente frivolidad y violencia, de ahí que es muy
complicado consolidar valores duraderos, es decir lo que trata de construir con
dificultad la escuela y la familia, destruye rápidamente el entorno social,
convirtiéndose en un círculo vicioso.
Igualmente la autoridad de los
padres hacia los hijos, se ha reducido notablemente en favor de los hijos. En
la actualidad diferentes entidades públicas y privadas protegen la integridad
física y psicológica del menor. Pero quien asume la responsabilidad de la
crianza y el buen comportamiento de los niños, niñas y adolescentes?
Definitivamente los docentes básicamente tenemos la responsabilidad del logro
de los aprendizajes de los estudiantes, de apoyarlos para alcanzar una
educación de calidad, mientras los padres deben tener la responsabilidad de
velar por el adecuado comportamiento de sus hijos. Ojalá los padres tengan las
estrategias y habilidades suficientes para tratar de resolver este problema y
contribuyan al buen trato y respeto entre los estudiantes para lograr una
adecuada convivencia escolar. Tengamos
cuidado que la indisciplina escolar en las instituciones educativas se está
incrementando y el aprendizaje de los estudiantes está descendiendo.
Desde nuestra experiencia y trabajo en diferentes Instancias de Gestión Educativa, advertimos la necesidad y urgencia de implementar las estrategias necesarias para que no se inicie una especie de desborde escolar.
(1) Alumno, na:
Del lat. alumnus, der. de alere, alimentar. M. y F.
persona que recibe enseñanza, respecto de un profesor o de una escuela, colegio
o universidad donde estudia M.y F.
Persona que criada desde su niñez por alguien,con quien mantiene una cierta vinculación.
Real Academa Española.
(2) Hay que evitar el acto
docente de asumir que los educandos son vasijas vacías que han de ser llenadas
por el Educador. Esta concepción “bancaria” de la educación, destaca Freire
(1987), “...es una donación de aquellos que se juzgan sabios a los que juzgan
ignorantes” (p.73); de esta manera siempre ha existido la idea que los
Educadores son los que saben, y los discentes son simples hojas en blanco
esperando la impronta de los primeros que los saque del mundo de la ignorancia,
anhelando al autor que escriba las páginas de su destino. ¡No!, no ha de
aceptarse más tal pasividad de los alumnos. Freire, P. (1987). Pedagogía del
Oprimido (36ª. Ed.). Montevideo: Siglo XXI Editores, S.A. Historia de Paulo
Freire
Pedagogía del oprimido?
ResponderEliminarCrees que los educadores somos culpables? Hace 9 años que trabajo como educadora y es lamentable toda esta parodia.
Lo que he visto en estos pocos años de labor, es que los estudiantes (Hijos) no tienen quien los motive en el hogar, les enseñe a querer ser alguien más en la vida. A mi gracias a Dios me motivaron bastante. Por ejemplo: Ver leer a mi abuelo, a mi padre, leer o contarnos historias nos hacía desear ser mucho más para nosotros, ver a mi madre trabajar, hacer labores, bordados o tejer en las diversas modalidades, y cosas por el estilo pero veo que la generación de hoy día, no se preocupa de nada, ni siquiera quiere ir al colegio, es como que se sintiera obligado a asistir. Será porque la gobierno le da todo?
Que se conforman con la propina que se les da.
Yo, y quiénes cómo yo han tenido que ir a las bibliotecas a investigar hemos aprendido a prepararnos para el mañana, ahora no, ya no podemos siquiera dejarles tarea para que siquiera de esa forma, averigüen si lo poquito que se les da es suficiente para que aprendan, no se preguntan nada, son conformistas, creen que por arte de magia ingresarán en caso de querer estudiar la superior. Puede ser que no a todos nos de gusto que nuestros estudiantes sepan pensar por ellos mismos, o crear, quizás verdaderamente queremos seguir manipulàndolos para nuestro provecho y sacar ventaja de eso. Que triste sería realmente...