Vista parcial de la Villa de San Luis (*) |
LAS FALLAS GEOLÓGICAS DE LA CAPITAL DE LA PROVINCIA.
La villa de San Luis, capital de la provincia Carlos F.
Fitzcarrald sufre de manera secular fallas geológicas que afectan todo tipo de
construcción e infraestructura. Ningún poblador tiene memoria de la época que
empezaron las reptaciones del suelo, pero de hecho debe ser muy antiguo.
Algunos paisanos tratan de explicar el problema a partir
de topónimos quechuas del lugar. Por un lado, existe un paraje que se encuentra
al oeste del pueblo llamado Machaq Wahi, que significa literalmente casa
borracha, connotativamente se puede entender como “ vivienda que se desmorona, que
no se mantiene de pie o que se cae”. Mientras
al este, al inicio de la ciudad, hay otro terreno de nombre Lloqlla, que
significa deslizamiento o derrumbe. Estas versiones curiosamente coinciden con
dos de las tres grandes fallas que atraviesa la población, haciéndonos sospechar
de la existencia remota de los agrietamientos.
Este fenómeno geológico ocurre en la población de manera
cíclica, se presenta entre 08 y 12 años aproximadamente, podemos recordar los
cuatro últimos agrietamientos sucedidos en los años de 1982, 1994, 2002 y 2009.
Uno de los más agudos se produjo en el año 1994, recuerdo en esta fecha el
colapso de un excelente edificio en el vivero, que albergaba las aulas del Colegio
Don Bosco. En las otras fechas hemos sido testigos de cómo colapsaron
magníficas construcciones de material noble y aún con mayor facilidad las
construcciones de material rústico. La falla actual está causando graves daños
a la mayor parte de la ciudad.
La falla geológica atraviesa la población en forma
longitudinal, el primer agrietamiento discurre por la parte oriental del
pueblo, sigue el recorrido de la antigua acequia Pasaj y se dirige hacia
Pishgopuquio. El segundo baja por la parte occidental de la población, desde
Guerushuy, atraviesa Machaj Wahi y se dirige hacia Tumpá; y la tercera es la
que más afecta a la localidad, aparece por Carmen Alto, atraviesa la Plaza de
Armas por la mitad, sigue por el estadio y se dirige hacia Colpa (1). Ocasiona pena
y sufrimiento a las familias que poseen sus viviendas en las áreas de
afectación inmediata, puesto que construir una vivienda significa toda una
vida.
Las causas del problema aún no se han determinado con
certeza, pese que han realizado diferentes estudios y recomendaciones, que por
cierto no se han cumplido. Afirman los
especialistas que la población de San Luis, se halla asentada sobre una pizarra
ígnea oblicua, sobre ella se asienta la población que va desplazándose hacia el
norte, por la acción de lluvias, las aguas no drenadas y por la misma inercia y
gravedad. En este sentido hace muchos años se ejecutaron algunas obras de
drenaje, en la cabecera de la población, pero sin el asesoramiento de primer
nivel, que finalmente representó un gasto infructuoso. A esto hay que añadir el
estado ruinoso de las instalaciones de agua potable y de desagüe de la
población, que definitivamente contribuyen a empeorar la gravedad del fenómeno.
Con el pasar de los años las fallas geológicas han
ampliado su radio de afectación. Si hasta finales del siglo pasado apenas
afligía las áreas adyacentes a las grietas, las últimas han avanzado incluso en
algunas decenas de metros. Los efectos son mayores, las aberturas más grandes y
numerosas y aun mas el número de viviendas e infraestructura castigadas.
Mientras escribimos estas líneas (abril del 2019) se
inicia otra catástrofe, sí, una catástrofe para nosotros los sanluisinos. Ha
empezado con mucha fuerza, parece que fuera de mayor intensidad que las
anteriores. Estas fallas
desgraciadamente afectan largos años de trabajos de paisanos que dedicaron su
tiempo y trabajo en edificar sus viviendas y ell deterioro de las obras
públicas que en los últimos años se han venido construyendo, por ejemplo
ocasiona nostalgia y preocupación la seguridad de nuestra flamante y hermosa
iglesia que tanto esfuerzo ha costado construir, por hallarse casi contigua a
una de las fallas que atraviesa la población.
Después de haber seguido de cerca la presencia de este
fenómeno telúrico podemos afirmar con cierta certeza, dos ideas. Primero, que
la causa principal es el exceso de lluvias. Tenemos registrado que la falla del
mes de mayo del 2009, fue en cierta forma por la presencia desproporcionada de
lluvias (desde setiembre del 2008 hasta abril del 2009). Hoy la situación es
parecida, ha llovido intensamente en los últimos meses y ya se presentaron las
rajaduras desde los inicios de este mes.
Segundo, los agrietamientos en coherencia con la apreciación anterior, se
inician entre los meses de abril y mayo, para luego prolongarse hasta los meses
de setiembre y octubre en que el suelo de nuevo se estabiliza.
Bueno. Hasta aquí hemos descrito el problema. Las
obligadas preguntas serian: Que podemos hacer para enfrentar este fenómeno
natural? Existen responsabilidades de las autoridades en materia de prevención o mitigación de este
desastre?. La respuesta a la primera pregunta lo dejamos para los
especialistas, pero seguramente nos van a alcanzar algunas recomendaciones en
relación al material de la construcción, al tamaño vertical y horizontal de la
misma, el impedimento de edificar en las cercanías de las hendiduras, etc. La
respuesta a la segunda pregunta, sí, la
podemos trazar.
Como hemos señalado este problema es muy antiguo. Los
pobladores de esta villa teníamos la buena costumbre de drenar la cabecera de
la población. Todos los habitantes nos desplazábamos y laborábamos en forma
gratuita, captando y desviando desde Buena Vista considerables cantidades de
aguas, impidiendo que se absorban al subsuelo y contribuyan a la gravedad de la
falla. Un drenaje salía al este, hacia Pasaq (junto a la I.E. C.F. Fitzcarrald)
y el otro hacia el oeste, a Saqsacocha. Los que hemos participado en esta faena
comunal observamos que grandes cantidades de agua, se desviaban a ambos lados, evitando que
se introduzcan y sigan corroyendo el asentamiento de la ciudad. Con temor a
equivocarme esta preventiva, sana y sensata costumbre se ha abandonado en las
últimas dos décadas, periodo en que se ha agudizado el problema. Quizás
nuestros alcaldes y autoridades, como no han sido del lugar, no conocen nuestros
hábitos y se dedicaron a sembrar grandes cantidades de cemento en áreas
precarias e inseguras. Claro está que el dolor queda en aquellos pobladores que
ya están sufriendo con el deterioro de sus únicas viviendas. A las ex
autoridades les ha preocupado apenas, quizás porque han adquirido bienes
inmuebles en otras ciudades (aunque no las tenían antes de ser autoridad), de
ahí se puede inferir que San Luis les ha interesado muy poco.
Este evento por su gravedad e incidencia, nos obliga a
analizar, reflexionar y tomar las decisiones más adecuadas en relación al
fenómeno y el desarrollo del casco urbano de la localidad. Es menester que
existan política definidas del gobierno local en cuanto a infraestructura
pública, mejoramiento del ornato y construcción de viviendas privadas, no
podemos darnos el lujo de malgastar grandes sumas de dinero en obras que no van
a durar, como tampoco se puede permitir que modestos ciudadanos inviertan sus
capitales en edificaciones que les va a servir y durar muy poco. El gobierno
local está obligado a determinar las zonas de alto, mediano o bajo riesgo, asesorar
el tipo de material que se va a usar, o en el peor de los casos decidir, con la
opinión de expertos, si nuestra localidad se encuentra en condiciones de seguir
siendo habitada.
Sin embargo es difícil imaginar que San Luis, este pueblo
que amamos tanto, pueda ser destruido por la furia de la naturaleza. Pero la
gravedad y frecuencia nos causa una gran preocupación. Conservamos la esperanza
y la fe de que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos puedan disfrutar,
al igual que nosotros, la tibieza de su clima, su hermoso contorno, el color de
su cielo, el aroma de su tierra y la protección de nuestro Apu Centinela, el
cerro Potosí.
* Vista idílica del San Luis, sugerimos ser más realistas
al publicar las fotografías, no se debe retocarlas demasiado.
(1) Tres grandes reptaciones de
suelo cruzan nuestro poblado. Curiosamente a cada lado y por la plaza de armas.
El primero baja por Qerushuy, atraviesa el vivero, Machaq Wahi, recorre Tumpá y se dirige hacia Olivo. el
segundo desciende de Carmen Alto, traspasa la Plaza de Armas, luego adyacente
al campo deportivo y se dirige a Colpa. El tercero solamente bajaba de Gallo
Hirka hacia la propiedad de la familia
Gambini Pasco, en la actualidad ha ampliado su radio hacia Chapac (I.E. Daniel Badiali), luego atraviesa
el barrio San Juan, posteriormente
surca por el Cementerio y termina
en Colpa (lado este)
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