SAN LUIS EN LOS TIEMPOS
DEL CÓLERA
El cólera fue una plaga que azotó a la humanidad en
diferentes épocas. Se tiene noticias de su presencia desde algunos siglos en
diversas partes del mundo. En todo este tiempo, ha asesinado esta enfermedad
aproximadamente a 10 millones de personas.
El cólera es una enfermedad infecciosa aguda, provocada
por la bacteria 'Vibrio Cholerae'. Se caracteriza por desarrollar de forma muy
brusca una profusa diarrea y vómitos ocasionales.
Aunque en general el cuadro clínico es leve, puede suceder que la deshidratación sea extrema,
lo que puede provocar la muerte. La enfermedad requiere cuarentena y
es de declaración obligatoria nacional e internacional. La forma más habitual
de contagio es por beber agua o comer alimentos
contaminados por heces humanos y otros fluidos. En los casos graves
se llega a perder casi un litro de líquido por hora. En tales situaciones graves,
la gran disminución de agua y sal produce una marcada deshidratación con
intensa sed, calambres musculares, debilidad y una producción mínima de orina. (1)
El cuerpo humano, como otros seres vivientes es más agua que
masa. Tiene un porcentaje de agua que varía entre el 50 y 70 por ciento, en
donde ataca la bacteria. En cuestión de
horas el enfermo sufre una deshidratación galopante y la muerte irremediablemente sobreviene por fallas multiorgánicas. Por
eso el tratamiento médico y la adecuada hidratación recupera al paciente.
En el Perú la peste se instaló a inicios del año noventa del
siglo pasado, los primeros casos, detectados fue en la costa, entre las
ciudades de costa de Chancay, Chimbote y Piura, Callao y Lima causando casi
tres mil muertos. Las condiciones de saneamiento precario, el hacinamiento y la
falta de higiene en nuestro país, favoreció la proliferación de la enfermedad.
Dada la poca experiencia en el Perú para el tratamiento de la
enfermedad, en la primera fase se cometieron gruesos errores en su tratamiento.
Los desechos de los enfermos fueron arrojados a los desagües sin haber sido
tratados, estas contaminadas aguas llegaron al mar y de alguna manera
contagiaron la fauna marina, constituyéndose en foco infeccioso (por eso
estuvo prohibido el consumo de ceviche, por tratarse de un alimento crudo).
Posteriormente con la experiencia ganada, los desechos fueron tratados antes de
ser arrojados a los desagües, de tal forma que la proliferación disminuyó
notablemente.
En el caso de nuestra provincia, de esta peste apenas
sabíamos por las emisoras radiales y especialmente por la televisión que se
instalaba por primera vez. Pero de ahí que un día causara zozobra y muerte a
nuestros paisanos, era realmente remoto. Anecdóticamente, a fines del mes de
marzo del aciago año, el primer paciente fue un dinámico alcalde provincial,
quien había contraído en el puerto de Chimbote al consumir un rico helado que
probablemente estaría contaminado.
Al pueblo, la noticia llegó muy temprano, de madrugada. El alcalde está grave, parece que tiene cólera, gritaron casi rompiendo la puerta del
establecimiento de salud. Fue el desgraciado anuncio de que la muerte había
llegado a este pueblo en forma de vómitos y evacuaciones líquidas. Los tranquilos durmientes
cundieron en pánico, las siguientes horas fueron de verdadera angustia y terror
para los pobladores de esta pacífica tierra. Las calles aledañas al centro de
salud y las entradas a los domicilios se cubrieron de blanco rociadas de cal
viva (2) para evitar mayor polución en los aterrorizados pobladores. Fue
un ángel del cielo que había arribado a esta tierra, quien salvó la vida
del alcalde y de numerosos paisanos. De otra forma la mortandad hubiera sido
mayor.
Recuerdo los rostros transformados de los enfermos víctimas del
cólera. Los ojos hundidos, la piel entre oscura y amarillenta adherida a los
huesos, como si hubiera desaparecido de pronto todo indicio de grasa y músculo.
Era sorprendente, los rostros tersos, lozanos y jóvenes se transformasen en otros cadavéricos y seniles.
Para aquel tiempo, como hoy también, la precaria situación de
saneamiento de la joven provincia promovió la contaminación. En las afueras del
pueblo, existían dos pozos sépticos que recogían las aguas servidas de la
población. Los fluidos de los enfermos fueron arrojados sin ser desinfectados,
convirtiéndolos en áreas de alta contaminación.
Hasta aquí el problema era aparentemente pequeño. En el contorno del
cenegal crecían plantas de berros (3) que normalmente eran utilizadas como
ensaladas por paisanos de escasos recursos. Inadecuadamente aseadas, produjo un
anunciado contagio a una pobre anciana, asidua consumidora del vegetal, quién falleció
sin mayor apoyo y auxilio. Las amistades y parientes que concurrieron solidariamente
a los actos fúnebres se contagiaron masivamente, produciéndose numerosos
decesos.
La plaga azotó el pueblo durante dos meses y produjo una
quincena de muertos. Lastimosamente los difuntos fueron gente de escasos
recursos, entre ellos un campesino, artista talentoso, natural de Canchabamba,
que nos hacía bailar en las fiestas carnavalescas, con sus jocosas y pícaras
canciones acompañados de su infaltable violín.
La mejora de las estrategias médicas en el manejo de la
enfermedad lograron detenerla. Sin embargo, aún recordamos ese breve lapso de
nuestra historia con incertidumbre y temor. Ojalá que este tipo de plagas no
vuelvan azotar a nuestro país, porque aun conservamos diversas enfermedades que
han sido derrotadas en el mundo civilizado.
( 2)
La
cal u oxido de calcio es un desinfectante natural, que aún se usa en las
entradas de actividades pecuarias para evitar el ingreso de bacterias que
pueden contaminar y enfermar a la crianza.
3) El berro es una planta que crece en los humedales con propiedades nutritivas contiene vitaminas y minerales, es consumida ancestralmente en forma cruda y como ensalada.