viernes, 7 de mayo de 2021

 

CANDIDATOS Y "CANDIDAZOS"

Alguna vez, cuando la política no la habían convertido todavía, en una aventura para ineptos, en un negocio para rufianes, en  una entrada segura a la corrupción, participamos en las contiendas electorales de mi tierra.  Por su puesto que no ganamos, por un tener un mensaje claro y veraz, por no haber propiciado clientelismo y no haber hipotecado el municipio a los financiadores  de campañas electorales. Muchos años después de apartarme de esta noble actividad humana, hoy convertida en un antro de oportunistas, mafiosos, incapaces y ladrones, queda una reflexión, si vale la pena insistir e involucrarse en la gestión pública, mediante esta estrategia de participación ciudadana.

Las elecciones generales que acaban de terminar en su primera etapa, nos ilustran la falta de sensatez e intuición del elector peruano. Hemos elegido a los  extremos por no apostar a los centros. Por una derecha autoritaria  a todas luces corrupta y por una izquierda anónima y advenediza. La segunda vuelta, seguramente confirmará nuestra incompetencia  para elegir bien.

En  las instancias regionales y locales, este importante mecanismo de alternancia en el gobierno, es aún más informal y folclórico. El caso de Ancash es patético. Los gobernadores  regionales, al igual que los de presidentes de la república,  se encuentran presos, perseguidos o involucrados en serios escándalos de corrupción. Los nombres de alcaldes y regidores de distritos y provincias, ocupan grandes espacios en los archivos del Ministerio Publico y Juzgados, decuplicando la carga procesal. 

Mientras en los distritos y provincias pequeñas el aspirante a autoridad municipal, acostumbra invertir con algunos años de anticipación.  Muchos de estos candidatos sin ninguna formación académica y/o profesional  se aventuran a dirigir un pueblo, una comunidad, cuando ni siquiera cumplen a cabalidad con su familia o su trabajo. Sus campañas políticas son realmente onerosas, cuando visiblemente carecen de recursos para su propia subsistencia. Naturalmente cuando llegan a  gobernar, con dinero y poder, se transforman, como si hubieran alcanzado ese mérito por su conocimiento, esfuerzo  o virtud personal.   Sus adherentes, otra turba de necesitados,  están esperando una oportunidad para saquear las arcas fiscales.

La gestión como autoridades ediles o regionales son de esperar. Sin visión, criterio y racionalidad. Marcada por la mayor incompetencia. Rodeados de asesores y funcionarios que intentan salvar la mediocridad, pero  a costa de las finanzas del estado. Solo la siembra del cemento y el ladrillo es su quehacer habitual, expresados en obras  duplicadas  y triplicadas en su costo real.  Las obras son destinadas para los amigos, cómplices y parientes a través de testaferros. Han perdido el miedo al castigo penal y moral, desafían involucrarse en procesos y penas por las diferentes faltas y delitos, porque saben que muchas terminan en el despacho de un corrupto fiscal o juez y, en el peor de los casos, purgan unos años de condena, luego disfrutan el dinero robado en la posterior libertad.

El caso de los consejeros de los gobiernos regionales es muy parecido. Invierten en las campañas junto con el candidato a alcalde. Conoce muy bien el origen turbio e ilegal de los gastos de la campaña. Es un buen cómplice, por lo que nunca fiscalizará a su socio en el mayor caso de corrupción, al contrario será un coautor del delito, un socio o encubridor. En el ejercicio de la consejería regional, el problema se agudiza. De nuevo entra en tela de juicio su responsabilidad principal,  la fiscalización. Un consejero honesto y correcto que verifique la limpieza de los actos del gobierno  regional está condenado a ser excluido de la lista de beneficiaros para invertir  de su provincia que representa. Se queda en el dilema de apoyar  a los funcionarios regionales en sus decisiones aun erradas o privarse de llevar alguna obra al pueblo que lo eligió. Por eso muchos de ellos eligen la primera opción. 

De ahí que participar en política en cualquier instancia de gobierno es poco probable para un ciudadano honesto y sensato.


 


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