NO AL MACARTISMO CRIOLLO
La derecha y sus medios de
comunicación están mostrando su verdadero rostro, han emprendido
sistemáticamente una campaña de desprestigio y demolición en contra el
candidato de la izquierda moderada, Pedro Castillo. Sí, de una izquierda
moderada, porque la extrema y radical,
no cree en las elecciones, desprecia la democracia representativa y plantea
la insurgencia como estrategia para la toma del poder. Al destacado líder
docente lo han calificado como marxista, leninista, terrorista, chavista y
otros adjetivos con el fin de arrinconarlo y desaparecerlo, como un candidato
violento y dictatorial. Los medio de comunicación masivos han cerrado filas con
la candidata del continuismo y de la corrupción, despotricando contra el opositor
y sus colaboradores. Estos mismos medios, en la década del noventa, en manos
de Schutz, Crousillat, Vera, apoyaron con el mismo fanatismo al
candidato conservador de turno, Vargas Llosa, para después de algunos años
recibir dinero de la corrupción de Alberto Fujimori, a quien habían
vilipendiado tanto.
Pedro castillo se encuentra muy
lejos de ser un extremista. Al contrario, en el caso de una victoria, tendrá
que enfrentar dos fuerzas opositoras poderosas en manos de la los
conservadores. Las fuerzas armadas y el congreso de la república. Las primeras,
unas más conservadoras que otras, la marina y la aviación, tanto como Trump y
Cipriani juntos, mientras el ejército que
fue un poco más progresista, se ha hecho retrógrada también. Y por otro lado,
el poder legislativo, que ha alcanzado
mayoría con la suma líderes de derecha de diferentes franquicias políticas, a
la propuesta del abyecto continuismo. Estas dos fuerzas naturalmente no van a
permitir que Castillo promueva reformas profundas o estructurales.
Por eso es necesario deslindar con
esta información falsa y cínica. Castillo nunca “cubanizaría” nuestro país,
porque en la república caribeña se hizo una revolución para implantar un estado
socialista, derrotaron a todos los opositores que podrían poner trabas a la
implementación del sistema. Igualmente en el caso de Venezuela, Chávez, inició
su carreara política con un fallido golpe de estado, para ganar años después las elecciones, instaurando ese mal llamado socialismo del siglo XXI, que
sobrevive gracias al apoyo mayoritario de los militares de esa parte de América.
Así que, tranquilos, señores reaccionarios, Castillo no les quitará su riqueza
y seguirán viviendo en su abundancia y
lujo. Empero, no se puede
construir un país solo para el beneficio de unos pocos, mientras una franca
mayoría se encuentra en el abandono y la precariedad absoluta.
Propalan también que el candidato
de la izquierda traerá inestabilidad e incertidumbre al país, el alza del
dólar, la fuga de capitales, la intervención a las instituciones democráticas,
etc. No obstante la candidata del
fujimorismo tampoco garantiza paz social con su propuesta conservadora. Los
peruanos estamos muy divididos, necesitamos reformas, atención a las mayorías, sino
miremos los casos de Chile y Colombia, los referentes del neoliberalismo y
crecimiento sudamericano, como alguna vez lo fue el Perú.
Pero debe quedar claro. Castillo
está obligado a promover que el gas no cueste más que en Bolivia, que las
tarifas de servicios básicos (luz, agua, teléfono) no sean las más altas de América Latina, que
las medicinas no tengan precios más altos que en Europa, que los bienes
inmuebles no tengan mayores precios que en Estados Unidos. O que los intereses de
préstamos bancarios sean más que usura, un descarado hurto. Se trata pues de la
responsabilidad de Castillo para mejorar la pésima educación y salud pública,
que la pandemia ha exhibido crudamente. También será responsabilidad del potencial
presidente, liquidar los monopolios, lograr que las empresas transnacionales no se
lleven la parte del león, o que dejen migajas como tributos, contaminen sin
límites o acudan a tribunales para que las viejas deudas no se paguen y que a las
nuevas las dejen envejecer.
Hace poco un congresista electo ha
planteado que los partidos comunistas no deben participar en las elecciones. No
perdamos de vista que el masivo terruqueo, el racismo y clasismo de la élite
hacia lo andino, amazónico y popular, el control de los medios masivos de información, la
intolerancia hacia otras posturas ideológicas, son características propias de un
nefasto macartismo criollo (1). Sólo faltaría que inicien la persecución de los
comunistas y de otras ideologías progresistas que no son serviles ni adictos al
sistema, como en los viejos tiempos del odriismo y sanchecerrismo. Cuidado, tal
vez estén subestimando la paciencia del pueblo peruano.
(1) El macartismo se refiere a la política de hostigamiento desatado en contra de los comunistas en Estados Unidos durante la guerra fría, protagonizado por el senador Joseph Macarthy. Uno de los perseguidos injustamente fue el comediante Charles Chaplin
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