PÁRROCOS E IGLESIAS EN LA HISTORIA DE SAN LUIS.
Para
reconstruir esta historia, se ha tomado en forma arbitraria la etapa de las
tres últimas décadas del siglo pasado. En razón, a que en este lapso no solo se
produjeron acontecimientos singulares al interior de la iglesia católica, sino
también constituyó el inicio del ingreso de otras confesiones religiosas a la
provincia, transformando la fe, el modo
de vida y las costumbres de los coterráneos y de nuestro pueblo. Hasta la época señalada, los pobladores del
distrito de San Luis, fueron esencial y mayoritariamente católicos, apostólicos
y romanos en cuanto a religión se refiere. No existían otras confesiones
religiosas (1) hubo un absoluto predominio de la iglesia católica, por lo que enfocaremos
este artículo alrededor del catolicismo, retratado en las acciones y conductas
de los párrocos de esta etapa, los que alguna manera tuvieron secuelas en la
convicción y la fe de las nuevas generaciones.
A finales del
sesenta e inicios del setenta, de los
sacerdotes más connotados fue el italiano Guillermo Calliari. Fue un personaje muy
singular. Alto, robusto y entrado en años pero incansable trabajador. Renegón
y autoritario habitual, no tenía ningún
reparo en expulsar del templo a
autoridades, ciudadanos incluyendo a mujeres, que según sus conservadores principios no respetaban
los preceptos y la moral cristiana. Era un acérrimo enemigo de los fuegos
artificiales, detestaba el estallido de los cohetes y avellanas de las fiestas,
por eso algunos paisanos creían que era
un excombatiente de la segunda guerra
mundial. Con él se construye la antigua iglesia en la parte norte de la plaza,
con una arquitectura tradicional de dos torres a los costados que servían de
guardianes a la capilla y conservaban en su interior dos gigantescas campanas
(2). Esta construcción fue destruida parcialmente por el terremoto de 1970. El párroco también ejerció labores de docente
de la asignatura de religión del flamante colegio Fitzcarrald, sus discípulos
le caracterizan como un profesor serio, estricto y que no permitía la bulla más
ligera en la sala de clases. Al párroco Calliari, le recuerdan caminando sobre
las altas paredes de la construcción cargado de adobes, con su infaltable oscura
sotana en un intenso calor en un medio día del mes de junio. El sacerdote en
mención desapareció en forma inesperada dejando el pueblo católico sin el apoyo
espiritual permanente durante un considerable tiempo.
Mientras
tanto a falta de un templo y lugar para
las celebraciones litúrgicas, la Prelatura de Huari construyó, de manera
temporal una precaria una capilla de madera, casi en el centro de la plaza, orientado de
sur a norte. Esta infraestructura permanecería hasta 1977 aproximadamente.
Mientras la campana mayor fue colgada en sólidos maderos apoyados en uno de los centenarios fresnos de
lado este de la Plaza de Armas.
En este periodo, sería injusto no mencionar al sacerdote y luego obispo huarino Santiago Márquez Zorrilla, quien prestó de manera frecuente sus servicios en nuestra parroquia, pero más importante es resaltar su producción intelectual, vinculada a la historia, arqueología y tradiciones de Conchucos, además de sus estudios pioneros sobre el idioma quechwa. De igual manera resaltar al párroco sanluisino Claudio Flores, seguramente el primer sacerdote que nació en este distrito, quien en forma intermitente participó en la labor pastoral de la iglesia local. Fue una persona honesta, sencilla y trabajadora. Lastimosamente la burocracia eclesiástica no permitió una permanencia más larga, designándole como párroco de su terruño.
Como hemos señalado
a la ausencia del padre Calliari, las autoridades solicitaron al Monseñor Dante
Frasnelli, cabeza de la Prelatura de Huari, el reemplazo para el cargo vacante.
Efectivamente fue enviado otro sacerdote italiano Andrés Varinotti, al
contrario que el anterior este fue muy calmado, pacífico, hasta indiferente. Nunca
se interesó por reconstruir la iglesia abandonada. Vivía en forma muy ermitaña
en una habitación de una casona cercana a la plaza y rara vez se le veía en la
calle o entablar conversación, con
excepción de sus salidas para las actividades religiosas. Fue la primera
persona que trajo al pueblo por primera vez una grabadora. Escuchaba en forma
solitaria durante largas horas música cristiana. Este siervo de Dios arribó al
pueblo sin ruidos ni anuncios, desapareció de igual forma, fugaz e
intempestiva.
En el año
1973, arriba como titular de la parroquia un joven sacerdote peruano. Este era
deportista, amiguero y carismático. Permaneció un bienio aproximadamente en el
cargo, nos cuentan que fue retirado por excesos en su conducta, contrarias a la
moral cristiana.
El sacerdote
fue reemplazado temporalmente por un lego de ascendencia europea, su nombre
Francisco Blasek, conocido como el padre Pancho. Nunca supimos su verdadera procedencia.
Serio y escueto, parecía más que un
representante de cristo, un soldado nazi. Rubio, alto, joven y atlético, amigo
inseparable de su enorme motocicleta. Cuentan que en la fiesta patronal de un caserío
cercano, los concurrentes, campesinos bullangueros, festejaban exageradamente en las cercanías de
la capilla. El sacerdote interrumpió su homilía y atacó enfurecido a esos
sencillos hombres, rompiendo a puntapiés los cántaros llenos de chicha y
estrellando contra el suelo las botellas del espirituoso alcohol. Los hombres
en un momento se sorprendieron, pero luego reaccionaron agresivamente persiguiéndole
hasta que se refugió en la pequeña capilla.
En el año de
1977, también se registra temporalmente el nombre del padre Hugo de Censi, como
párroco de nuestra parroquia entre los meses de enero y febrero, seguramente
antes de ser designado en la hermano distrito de Chacas. En este mismo año recala a este pueblo uno de los buenos sacerdotes
del decenio del setenta, el padre austriaco Sigfrido Plasser. Trabajador, sensato,
bondadoso y emprendedor. Estudioso de la lengua nativa, publicó un texto
bilingüe de Catequismo, en coautoría con el Obispo Santiago Márquez Zorrilla. Fue el que construyó solo y con mucho esfuerzo
e imaginación la capilla al norte de la plaza de armas, hoy remodelada y
destinada a la Virgen del Carmen. Convocaba a niños y adolescentes para la
catequesis, trataba con respeto y cariño a todas las personas sin distinción,
además era el profesor de religión en el Colegio Fitzcarrald. Al terminar la
construcción de la capilla, se alejó de San Luis, dejando profundas huellas de
su trabajo abnegado y acendrada fe.
Después de la
partida del sacerdote austriaco Sigfrido Plasser, el distrito se quedaría de
nuevo un buen tiempo sin un sacerdote. A Inicios de la década del ochenta,
ingresaría al pueblo el sacerdote oblato, Alejandro Alvites, permaneció algunos
años, empero su presencia y obra no es recordada ni tiene trascendencia en la
memoria de los paisanos. Fue retirado de
la localidad por orden de la Prelatura en forma súbita. Todavía a inicios del noventa, sería designado
como sacerdote italiano Daniel Badiali de la orden salesiana.
El padre
Daniel Badiali, fue un hombre caritativo, humilde y trabajador. Permaneció en
el distrito hasta 1997, fecha en que terminó su servicial existencia en un
accidente trágico. Con su gestión y el apoyo de la Operación Mato Groso, se mejoró notablemente
la infraestructura de la casa parroquial y de la propia iglesia. En este periodo toman posesión del local de la
Escuela Primaria de Menores N° 86375, y a cambio construyen una infraestructura
moderna en Chápac, hoy llamada Institución Educativa Daniel Badiali
Masironi. Con este joven sacerdote se
empezó a mejorar las capillas en todas
las comunidades, promovieron el oratorio de niñas, niños y adolescentes, como
un espacio de catequesis local. Como miembro de la Operación Mato Groso, contó
con el apoyo de esta institución, nunca la iglesia católica había tenido tanta
importancia y significado en la historia de la provincia como la tuvo en este
periodo. Implementaron servicios educativos a niños y jóvenes de escasos recursos, el apoyo a ancianos a través
de los albergues, la construcción de grandes infraestructuras y centros de
producción en diferentes comunidades del distrito y de la provincia.
En esta
etapa, la Operación Mato Groso, construye el hermoso Santuario de Pomallucay,
siendo hoy un lugar de atracción turística, que dinamiza la economía del pueblo
que lo alberga.
Como
señalamos la vida del servicial párroco fue truncada de la manera más absurda.
A su partida, fue reemplazado por otro sacerdote italiano de la misma
congregación, llamado Enmanuel Lanfranchi. Igualmente prosiguió con la obra de
su antecesor, sin embargo la imagen y
dimensión del sacerdote anterior, sería difícilmente alcanzada. El padre
Lanfranchi, fue el gestor de la construcción de la Iglesia de la Virgen de las
Mercedes, que se encuentra imponente en el lado sur de la Plaza de Armas.
Diversas contradicciones y problemas tanto dentro la parroquia y en el pueblo, hicieron que se alejara
definitivamente de San Luis en el año, 2014.
Actualmente,
la parroquia está dirigida por sacerdotes peruanos, formados en la misma
congregación, no obstante se observa la merma en sus actividades de diversa
naturaleza, probablemente por la disminución del apoyo de los donantes y
voluntarios italianos.
( 1)
En el año de 1972 aproximadamente aparece el
Movimiento Evangélico Pentecostal, liderado por el pastor Isaac Olórtegui,
pionero del ingreso en la provincia de este movimiento religioso. Con el correr de los años se fueron
incrementando otras confesiones, como la Alianza Misionera Mundial y la Iglesia
de los Testigos de Jehová. En la actualidad existe una nutrida población con
creencias distintas al catolicismo que representan casi un tercio de la
población. Es necesario construir la historia especifica de este grupo de
religiosos, que en la actualidad cuenta con un número considerable se
seguidores en toda la provincia, que alcanza la cuarta parte de la población.
( 2) Existían
en esta época dos enormes campanas, una más grande que la otra. La primera
emitía con un sonido grave y potente, mientras la segunda, cuentan, uno agudo,
pero suave y dulce. En el imaginario popular representan cada una de ellas al
macho y a la hembra, asociado al sentido de complementariedad en la cosmovisión
andina. Cuentan también que estas
campanas retumbaban hasta la lejana comunidad de Collota. Incluso, para otros
paisanos, hasta las alturas de
Huachucocha. Pero podemos dar fe que la
campana mayor era poderosa, a la más pequeña no tuvimos el privilegio de
escucharla, por su estado deteriorado.
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